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Artesanía con esencia de fortaleza

 

Por: Daniela Escobar Lozano

 

En los giros de la vida es posible atravesar situaciones tanto positivas como negativas y sin lugar a dudas, Luis Fernando Rodríguez, es una prueba de esta filosofía que enmarca la cotidianidad de la vida, con una historia de superación,  emprendimiento y entrega a la libertad.

 

Este Ibaguereño de 44 años de edad, casado con la señora María Eugenia delgado, a quien conoció en Ibagué, la cual llena de alegría su corazón,  como él lo relata, ya que ha sido uno de los factores más importantes para  salir a delante. Los frutos de su amor son sus dos hijos Camilo Rodríguez y su hermana Andrea.

Luis Fernando hace parte de aquellos sujetos que se levantan día a día con nuevas metas y sueños por cumplir, que dan pasos firmes sin importar la turbulencia del camino o las rocas en el piso, puesto que a pesar de las adversidades salió adelante cautivando a las personas con su creatividad y entrega a su pasión, la artesanía.

 

El señor Rodríguez es artesano hace 22 años y tal como él lo explica, por accidente llego a un sitio llamado Puente Alta en la Sierra Nevada de Santa Marta y por factores de violencia, tuvo que salir como desplazado con su mujer y su pequeño hijo, durante algún tiempo pidió limosna para conseguir el sustento diario de su familia.

 

Un día se encontró con un artesano y tras una extensa conversación, este hombre le brindó las herramientas fundamentales para lo que hoy en día es su profesión, Luis Fernando cuenta que hacer manillas no es fácil, pero que el talento y la creatividad fluyen cuando hay necesidad y personas importantes por quienes luchar para darles lo mejor de sí mismo y calidad de vida.

 

En el año 1994 cuando estaba en furor la Selección Colombia con el Pibe  Valderrama, así que inicio elaborando manillas de la Selección Colombia que se agotaban en segundos por los seguidores del fútbol, igualmente, aprendió a elaborar collares con semillas, los cuales también vendió en las calles samarias durante seis años hasta que decidió regresar a su tierra natal, Ibagué, con su familia, al llegar con algunos ahorros compro el pequeño espacio con el que cuenta en la Plazoleta de los Artesanos en el centro de la ciudad para trabajar  la artesanía.

Luis Fernando cuenta  una lucha constante por salir adelante ya que la Plazoleta de los Artesanos no tiene el mismo furor que antes, y esto hace que sus ventas desciendan en el momento menos esperado, a pesar de que el fabrica su artesanía, dice que es muy difícil vender lo que hace porque las personas no reconocen su trabajo, debido a esta situación tiene que comprar su mercancía al por mayor para ver resultados, lo cual disminuye el valor, el sentido cultural y  artesanal que debe ser reconocido.

 

Dentro de su mercancía se pueden encontrar artesanías como los atrapa sueños, recordatorios de la ciudad, llaveros, collares, aretes, cuadros y las infaltables manillas colombianas que hacen parte de su historia y de su superación personal.

 

Su familia se siente muy agradecida ya que el don que Dios le dio lo llevo a encontrar su vocación. Su esposa se siente muy orgullosa porque él ha podido ofrecerles, tanto a ella como a sus hijos, una vida amorosa y en condiciones prosperas y sobre todo demostrándoles que salir adelante es posible con humildad, sencillez, honestidad y lo más importante creatividad.

 

El señor Rodríguez nos muestra que las personas fuertes y con tolerancia logran lo que se proponen y sobre todo que a pesar de las adversidades se debe mantener la mirada al frente demostrando que de los problemas se pueden sacar cosas buenas, como lo logro nuestro artesano, quien merece reconocimiento y gratitud por lo que ha hecho por mantener y guardar la cultura artesanal de nuestro país, y por su ética y desempeño personal, por ser un sujeto activo de desarrollo y de superación dentro de la comunidad colombiana.

 

 

grupo de artesanos -
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