Así como me tratan yo trato.
Por: Cristian Ortegón
Luis Alberto Bustos es un hombre de 58 años, nacido en la ciudad de Armenia, pero radicado desde sus once años en la ciudad de Ibagué. “Yo soy tolimense -cuyabro, a mí me trajeron de Armenia cuando era pequeño, pero la cédula y mis hijos son de acá. Yo soy más tolimense que cuyabro” afirma don Luis.
En 1968, don Luis, cuando pasaba de la niñez a la adolescencia, a la edad de 11 años, vivió en un mundo donde las dinámicas barriales giraban en torno a la delincuencia, pero aun así no se apegó a ello. Por el contrario, mostró interés por los negocios, empezó su vida como vendedor ambulante. Don Luis Alberto o “el paisa” como lo apodan en la Vuelta del Chivo, uno de los barrios del sur de Ibagué, donde vivió hace veinte años, ha viajado por más de 10 municipios del Tolima, vendiendo y arreglando pescados, en Ibagué vendiendo cacharrerías y ropa, que para esa época el dueño del almacén Navar Naqui More le fiaba.
El señor Bustos es padre de 8 hijos, cuatro mujeres y cuatro varones. Se casó con una mujer oriunda de Ortega, y luego fue esposo de dos mujeres ibaguereñas, “soy un papá responsable, le tengo madre a cada uno de mis hijos”, afirma mientras lanza una mirada hacia el cielo y sonríe un poco.
Actualmente es soltero, y arrienda una habitación cerca al Mercacentro ubicado en la carrera segunda con calle doce, pretende a una mujer menor que él y reconoce que cada vez que ella le dice que lo quiere, siente que son mentiras, pues ha tenido más de dos esposos y tiene tres hijos. “Llevamos unos ocho meses saliendo” afirma el cuyabro tolimense.
De camisa manga larga, pantalón de seda y zapatos de charol viste el “paisa” Bustos.
En 1975 don Luis decidió entrar al mundo de las monedas, un oficio poco reconocido en la ciudad, llamado la numismática. Esta labor consiste coleccionar monedas y billetes de diferentes partes del mundo. De esta forma, don Luis señala que este es el único arte a nivel mundial que es respetable y que se conoce como numismática comercial, “así que esto es patrimonio del estado, esto es cultura” esto en respuesta a un capitán de la Policía Metropolitana de Ibagué quien se acercó en una ocasión para retirarlo de este lugar.
“pero igual, después cuando venían y levantaban a todo el mundo, a mí me dejaron de molestar. Prácticamente me gane la esquina, acá viene cualquier clase de persona”.
Hoy en día tiene veinte tres años de haber ubicado su negocio en una de las calles más concurridas del municipio de Ibagué, la calle doce con carrera Tercera,“la calle bonita”, en la esquina de la panadería Tropical.
Entre gafas, pomadas muy peculiares, libros y otro tipo de ventas ambulantes, se encuentra el negocio de Luis Bustos. Afirma que su oficina es la calle. Su núcleo familiar lo conforman las diferentes personas que trabajan junto con él, la señora de los libros, el señor de los minutos, el hombre que vende la pomada de marihuana, las empeladas de la panadería y el señor de las flores, aunque con este sería como el hermano con quien uno siempre pelea, puesto que ha dado con la lucha de ocupar un poco más del espacio del negocio de don Luis. “este vergajo ya me quiere sacar de aquí” expresa.
Enfrentado a la situación del desempleo como muchos colombianos más, Luis Alberto admite que es mejor tener un negocio propio, no se gana mucho pero se goza siempre junto con los vendedores ambulantes que tienen a su alrededor
Se define a sí mismo como una persona con carácter elevado, estricto y responsable como lo ven sus compañeros de trabajo y clientes habituales, como el abogado que llegó a su negocio para finiquitar con una jugada de billar y cerrar un trato que consistió en la compra de tres monedas de plata, 3 monedas bronce y 35 billetes, todo esto para una suma de un millón 50 mil pesos, “yo pensé que usted no iba a venir” de esta forma don Luis saludó al abogado.
Casi siempre don Luis se demora una o dos horas mientras acomoda cada uno de los billetes y monedas, entre otras cosas. “Yo me siento a las siete de la mañana y a las nueve y media me voy parando, salgo y me pongo a hablar con alguien o me voy para el billar y le digo a un amigo - le recomiendo ahí, entonces, me llama o va y me busca y luego yo vengo y lo invito a almorzar o cualquier cosa”.
Al comienzo don Luis tenía como hobby e interés propio la colección de monedas y billetes “no quería vender mis billetes y mis monedas, no quería salir de nada de eso”.
Don Luis no es abogado, ni empresario, ni universitario, “mire hermano yo no estudie nunca, la escuela de mi vida ha sido la calle, soy una persona que puedo ir con la frente en alto para cualquier parte de Colombia. No he sido mentalizado a la plata ni aferrado al dinero porque no lo es todo, el dinero es muy sabroso, muy rico pero no soy apegado a eso. Y yo digo una de las cosas así como me tratan yo trato, esa es mi actitud”…