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Haciendo memoria: el oficio que ayudo a construir una nueva vida

Por: Diana Lara

 

José Domingo Leyton o “don José”, como se le conoce, tiene 65 años; nació en Quimbaya, Quindío, es de piel oscura, cabello cortó negro, de 1.60 de estatura y delgado. Es creyente, lleno de valores y entregado a la religión católica, y a su esposa con la cual lleva viviendo más de 8 años.

 

De pequeño no fue tan cercano a su familia, aunque si tiene mucho respeto y amor hacia ella. Siempre fue una persona muy tranquila, por lo que considera que el momento más emocionante y alegre, fue una vez que su esposa le llevó una muda de ropa completa, “ese día se me salieron las lágrimas”, comenta don José. Nunca tuvo un hobby, ya que el deporte no era su fuerte, y el tocar algún instrumento no llamaba su atención, debido a un problema de artritis que tiene en sus manos.

 

Don José vive en el barrio San Isidro hace 40 años. Su mayor diversión es compartir tiempo con su esposa, ya sea viendo películas de acción o disfrutar de la franja televisiva del Canal Caracol, argumenta que es un buen televidente, pues le gusta ver desde las ocho de la noche todas la telenovelas o series que allí presentan, entre ellas Tu cara me suena, Metástasis, Tiro de gracia.

 

El ruido de las motos y los carros que pasan cerca a su casa, interrumpen el sueño de José Domingo. Por lo que a las siete de la mañana, enciende su televisor, y marca el número 108, para ver  el programa Día a Día. Pero es su esposa, quien le lleva como de costumbre su desayuno preferido, y el que don José con un tono de agrado, dice que es feliz comiendo, caldo con papa, arepa, chocolate y pan.

 

La vida de don José ha sido muy tranquila, pocas veces asistía a fiestas, no era muy sociable, por lo que solo sostuvo una relación amorosa, con quien es su esposa. Aprendió en los campos, mientras cogía café o boleaba azadón, que lo más importante es destacarse ante los demás y hacer bien el trabajo.

Llegó de Quimbaya, Quindío, a Ibagué en busca de nuevas oportunidades de trabajo, por lo que empezó a recorrer las calles de esta ciudad. No tuvo hijos, debido a un problema de esterilidad. Sin importar los obstáculos que la vida le presentaba en su camino, logró obtener un puesto de trabajo en construcción, ya fuera  llevando materiales, herramientas, o preparando mezclas de cemento.

 

En el año de 1999 José Domingo, empezó a sentir un dolor muy fuerte en la cintura, por lo que decidió junto a su esposa ir al hospital Federico Lleras Acosta, en este centro hospitalario distintos médicos le informaron que tenía una lesión en la medula espinal  debido a que el líquido cefalorraquídeo que evita que rocen contra el hueso, se estaba agotando. Fue así como aquella alteración, le durmió la mitad de su cuerpo, dejando a José Domingo en silla de ruedas.

 

No pudo seguir trabajando en la construcción, “ese fue uno los momentos más tristes por los que tuve que pasar, ya que los hábitos, la forma cotidiana y tranquila en la que vivía, cambio completamente mi vida”, recuerda José. Aprendió a ducharse solo, compraba la comida, y contrataba a una mujer de servicio para que le lavara la ropa y se la planchara al final de cada semana. Pero su situación económica se empezó a ver afectada, por lo que tuvo que pensar en un trabajo que le permitiera conseguir lo del sustento diario.

 

El oficio que le dio una nueva forma de vida.

 

Fue así como hace 4 años, inicio su labor a la salida del Centro Comercial Combeima como vendedor de minutos, aunque no duro mucho tiempo en este punto. Debido a que espacio público, les prohibió a los vendedores trabajar por esa zona, ya que estaban restringiendo el paso de los que circulaban por esa vía comercial. Decidió arriesgarse, y asumiendo la responsabilidad se ubicó en la calle 13 con Tercera.

 

José Domingo encontró una estabilidad para su trabajo en ese punto, dice que ahí la policía no lo molesta, si no que por el contrario le brindan protección. Una de sus grandes ventajas es que no le tiene que pagar a nadie, por ocupar ese espacio. La idea de que vendiera minutos fue de su compañero Alfonso, más conocido como “el patrón” y su amigo más cercano, quien lo ingreso en el negocio de los minutos, brindándole dos celulares que cuentan con la línea Movistar y Comcel, siendo estos los dos operadores que más solicita la gente para llamar.

Aunque no está afiliado a ningún plan, es el señor Alfonso el encargado de suministrarle los minutos, “don José es una persona muy responsable, cumplida y querida por todo los clientes y los trabajadores que se encuentran por esta calle”. Es así como el “patrón” en la última semana del mes toma reporte, de manera que se dirige hacia el puesto de José Domingo para reclamar los 80 mil pesos, valor por el que llega la factura de los celulares, y oficio que le deja como ganancia 200 mil pesos.

 

Su punto de trabajo se ha convertido en un lugar estratégico para el público, ya que ha creado buenas relaciones con las personas que se encuentran a su alrededor. Además de ofrecer el servicio de minutos, a través del tiempo logro ampliar su negocio vendiendo dulces y cigarrillos. No ve a nadie como su competencia, si no que por el contrario piensa que las personas que realizan su mismo oficio, tienen derecho a trabajar y a ganarse la vida igual que él, ya que para muchos es su entrada económica.

 

Califica como excelente a la Tercera como lugar de trabajo, ya que por ser peatonal, le ha brindado un porcentaje de ganancia bueno. Comenta que le ha cogido cariño a la Tercera, ya que le han respetado su oficio, y le han permitido trabajar libremente. A pesar de tener un trabajo informal, lo que más le impulsa en la vida para seguir en esta labor, es el apoyo y el cariño que le ha brindado su gente.

 

Considera que su trabajo es lo más importante; por lo que todos los días de lunes a sábado, a partir de las diez de la mañana y en compañía de su esposa, sacan la sombrilla que los cumbre del sol, deposita los dulces en un cajón de madera, y  pega el letrero de su venta de minutos. A las 12 del día, se preparan para almorzar, en ciertas ocasiones compran el almuerzo, otras veces lo traen preparado desde su casa, en un porta comidas. 

 

Finalmente José repite esta rutina casi todos los días, “yo vivo agradecido con Dios, ya que gracias a este oficio encontré a una buena mujer y pude construir de nuevo mi vida”, señala José Domingo. Las cualidades que rodean a este personaje lo hacen una persona de admirar y un ejemplo a seguir, debido a su perseverancia para salir adelante, y por su voluntad al recibir en su puesto de minutos a la gente con una sonrisa. Concluye  que lo más importante es tener amor propio por lo que se hace, y no decaer ante el primer problema que se presente.

 

paisaje sonoro - Por: Diana Lara
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entrevista - Por: Diana Lara
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Nombre: José Domingo Leyton.

 

Edad: 63 años.

 

Hijos: No tiene hijos, no quiso hablar de sus padres

 

Familia: Es casado y lleva 8 años con ella, no tiene trato con su familia.

 

Oficio: Vendedor de minutos.

 

Años trabajando en la calle trece con tercera: 4 años.  

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