"Me gusta la venta callejera, los globos"

 

Por: Daniela Cujer

 

“Nosotros somos una familia, todos nos damos la mano” es así como Miguel Mauricio Moreno describe su segundo hogar, su trabajo por la Tercera como vendedor ambulante.

 

Aunque no tiene un horario fijo, siempre está allí de domingo a domingo, en la  esquina de la calle 12 con Tercera, con sus compañeros; el que cambia monedas antiguas, el vendedor de la pomada de marihuana y el señor de los minutos. Miguel Moreno tiene cincuenta años, es delgado y moreno; su cabello es de color gris y tiene ojos pequeños.

 

Él también es vendedor ambulante

 

Por medio de Sergio Mauricio Moreno, su hijo. Tuvo la iniciativa de empezar con la venta de globos, ya que había sido una buena idea de venta para ejercer por la carrera Tercera.

 

Él también es vendedor callejero. Salió del colegio a los dieciséis años y mientras que estudiaba contabilidad era vendedor ambulante. Aunque no vive con él, como padre lo apoyó y le siguió el empuje, de la venta de globos.

 

Su oficio

 

Antes de llegar a la Tercera, el señor Moreno trabajó durante ochos años en los bingos de la 12 con Segunda, en el centro de la ciudad. Pero cansado de su rutina diaria allí, decidió renunciar o como él lo afirma “hacerme echar”.

 

Después de algunos meses opto por la venta de globos con diferentes motivos infantiles, inflados con helio, para los niños. “Siempre me ha gustado la venta callejera”, lo expresa constantemente, ya que es una actividad en la que se puede ejercer vendiendo o comercializando los productos que él quiera; solo es saber manejar los espacios, pues no hay nadie quien dirija, ni le imponga horarios, pero la mentalidad de don Miguel es de esfuerzo diario, “así como uno trabaja, gana”

Los precios de los globos varian entre los cinco mil y siete mil pesos; y su duración es de siete a diez días. Este oficio es productivo económicamente puesto que existe una buena colaboración de los transeúntes de la Tercera, tanto de ellos como de los otros vendedores de globos, “nos apoyamos y nos respetamos los sitios donde nos ubicamos” dice el señor Moreno. Durante el día la solidaridad y amabilidad de cada uno de los vendedores está dispuesta a actuar, desde el cambio de un billete para dar vueltas hasta suministrar un globo a otro vendedor si no lo tiene, para que de igual forma logre la venta.

 

Comienza su rutina laboral con una buena caminada desde su casa hasta la Tercera, con los globos amarrados a su muñeca, pues es muy complicado subirse en un transporte con sus herramientas de trabajo. En temporada fría como lo denomina el señor Miguel trae unos veinticinco globos diarios; pero en temporada alta como el mes de junio, este vendedor ambulante puede estar vendiendo entre ochenta y cien globos diarios.

La estrategia está en vender los motivos que más se mueven como dibujos animados de la televisión, princesas para niñas y para niños figuras de películas infantiles. Todo no es tan fácil además de buscar motivos de moda y pararse todos los días a intentar vender estos globos a niños que van con sus padres; hay que aprender algo más en el oficio, inflarlos, ya que sale más costoso mandarlos a inflar que aprender a manejar el helio, un gas de alto riesgo; de forma casera.

 

Sustento Familiar

 

Luego de salirse de trabajar en los bingos, decidió independizarse y hace dos años está separado. Aunque fue su segundo matrimonio, y por motivos personales no siguió conviviendo con Mayerli Cárdenas, Su última mujer. Tiene a su hijo Sergio, el cual es su orgullo y motivación para seguir trabajando en la venta de globos para niños.

 

Vive en una casa en el barrio Murillo Toro y con su trabajo sustenta económicamente a su madre María del Carmen de ochenta y un años, quien vive con él. Aunque su hijo ya vive solo, algunas veces le colabora en lo que requiera. Además de las necesidades de su madre, también está al frente de los gastos de la casa. “Por eso le digo. Es un trabajo, en el que si usted le pone amor él le responde” finaliza Miguel Manuel moreno.