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El Ángel de las palomas

Por: Robinson Vanegas

 

Ibagué es una ciudad que se está convirtiendo en un refugio para muchos, las personas que llegan coinciden en que a pesar de los contratiempos en esta ciudad, son muchas más las opciones para quedarse aquí. Hace algunos años, en el país, se lanzó un programa cuyo eslogan decía que el único riesgo que se tenía, es que los turistas se quisieran quedar. Por supuesto el resultado fue favorable, muchas personas se decidieron por Colombia.

 

Al parecer esta estrategia no fue acogida solo por los turistas extranjeros, personas provenientes de distintas ciudades hicieron lo propio en la capital tolimense. Entre esas tantas personas se encuentra Nelson Ramírez, un huilense que desde muy joven se trasladó hasta aquí para convertirse en un tolimense más.

 

A los 10 años de edad don Nelson llegó a Ibagué para hospedarse en la casa de una de sus tías, desde ese momento y con el espíritu trabajador que se percibe en él, inició su vida laboral. Todo comenzó cuando en una “chazita”, como la llama él, que usaba en ese momento para  vender  cigarrillos y dulces por las calles de la ciudad. Ya a los 13 años “el flaco”, como lo llaman sus amigos, inicia su profesión como fotógrafo, oficio que en la actualidad aun desempeña. Pero a pesar de su tenacidad y sus ganas de salir adelante siempre había algo que necesitaba, entre sus recorridos por las calles de Ibagué Nelson conoce una mujer que tiempo después se convierte en su esposa y madre de sus hijos.

 

Ella es su complemento y la persona que lo seguirá acompañando en sus aventuras. Un día viendo la oportunidad de obtener más ganancias, aparte de su trabajo como fotógrafo, comenta con su esposa su idea de vender comida para las palomas que están en el parque. De esta manera compra una arroba de maíz y junto a su compañera se instalan en Plaza de Bolívar, al principio ésta actividad era solo con el fin de obtener un poco más de dinero, hoy en día, ya con 19 años en este oficio Nelson Ramírez reconoce que es lo mejor que le ha pasado en la vida.

 

Ya son 47 años vividos, 19 de ellos dedicados al noble oficio de la venta de comida para las aves, cuando inició en Plaza Bolívar no se imaginó que estos lugares se convertirían en su segundo hogar. De la Plaza Bolívar, pasó al Parque Murillo Toro, lugar en que actualmente desempeña sus labores, reconociendo que estos le han aportado tanto a su vida que lo único que siente es agradecimiento con la ciudad por haberlo recibido y permitido vivir tantas cosas que lo han ayudado a salir adelante.

La paloma como un símbolo espiritual

 

Aunque pareciera que su labor lo absorbe tanto, para don Nelson estar rodeado de palomas todo el día es sinónimo de placer, pues ellas para él representan tantas cosas bonitas que lo hacen estar lleno de paz y tranquilidad, estado que a simple vista, este hombre “flaco” y de tez morena, refleja.

 

El día para Nelson Ramírez empieza temprano, a las 7 de la mañana ya debe estar en el parque, pues como lo asegura el mismo, a esa hora los clientes ya empiezan a buscarlo, ya sea para comprar el maíz para las palomas o incluso taxistas que necesitan que este hombre tome una foto del accidente que tuvieron en sus carros. Ya en su lugar de trabajo este tolimense por adopción toma su escoba y recogedor y con el ánimo de mostrar la mejor cara de la ciudad barre y recoge la basura que durante el día anterior quedo el parque, con el lugar ya limpio se dispone a empacar el maíz para poder venderlo. La venta debe ser muy buena, teniendo en cuenta el sector, las personas que en  el transitan, además el maíz solo cuesta 700 pesos, todos en especial los niños se pueden divertir viendo estas aves que abundan allí, como si de alguna manera alguien les avisara que este sitio lo tienen todo para ellas. Esta rutina la viene realizando desde hace varios años de lunes a lunes, sin importar festividades.

 

Entre sus años de trabajo, Nelson asegura que vivido muchas experiencias, unas buenas y otras no tanto. Pero hace algún tiempo hubo una que lo marco, eran las 7:45 de la mañana, como de costumbre arregló y organizó su área de trabajo, pero encontró algo inusual ese día, una paloma llegó mal herida, su cuerpo estaba cubierto por espinas, parecía la corona de Jesucristo, esto fue lo que reflejó para él el aspecto de esta ave, era como si alguien a propósito se hubiera ensañado con un indefenso ser. Enseguida y sin pensarlo este hombre tomó el ave y con cuidado quito uno a uno los espinos que tenía sobre su cuerpo, finalmente bajo el cuidado de don Nelson la paloma logró sobrevivir.

 

Las palomas le han enseñado tanto que aun sin ser titulado se ha convertido hasta en un médico veterinario. “Aquí debemos aprender de todo un poquito”, lo asegura este vendedor, pues cuida de estas aves desde su nacimiento, está pendiente y conoce cuando están enfermas y el remedio que debe suministrarles para que se mejoren. Para él ellas no son solamente su trabajo, también son las que lo llenan de paz, motivación, alegría, son las palomas las que lo hacen sentir libre, así lo determina este fotógrafo y orgulloso vendedor, quien asegurando ser católico y dice que estas pequeñas aves son el símbolo de paz y el reflejo de Dios sobre la tierra.

Más que un trabajo su segundo hogar.

 

Para Nelson Ramírez, el parque Murillo Toro representa todo en su vida, fue allí donde logró sacar adelante a sus dos hijos, con su trabajo y esfuerzo les brindó un techo digno, un alimento apropiado y un estudio que finalmente los llevó a tener sus propias cosas. Ya sus hijos, mayores de edad trabajan por su cuenta y velan por sus responsabilidades, pero eso no hace que para Nelson el trabajo pare, pues es tan importante que se ha convertido en su segundo hogar. Se hizo parte de su vida por todo lo que este le ha dado, sus amigos y compañeros de trabajo se convirtieron igualmente en su familia y él es visto como el líder de ellos, la persona que los representa cuando es necesario.

 

Para don Venedo, colega suyo en la fotografía, don Nelson representa el servicio desinteresado, el compañerismo, el liderazgo y otras tantas virtudes que alguien puede obtener a través del tiempo. Ya son 20 años de estar trabajando juntos y para este hombre don Nelson es casi un ejemplo a seguir.

A pesar de tanto tiempo en este oficio, no ha pensado un solo momento en abandonarlo, por el contrario quiere seguir trabajando en él y finalmente lograr un buen lugar para estas aves que al fin y al cabo son las que le proporcionan su trabajo, su comida y toda su motivación para salir adelante. Mientras pueda don Nelson seguirá en el parque Murillo Toro recibiendo a propios y turistas que en busca de tener un buen recuerdo de la ciudad acuden a él para que los fotografié y les permita pasar un rato agradable rodeado de lo que para él representa, la cara bonita y la imagen de la ciudad de Ibagué.

 

Paisaje sonoro del lugar - por Robinson Vanegas
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Entrevista al fotógrafo parte 1 - por Robinson Vanegas
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Grupo de fotógrafos del centro -
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Entrevista al fotógrafo parte 2 - por Robinson Vanegas
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Nombre: Nelson Ramírez (Flaco para sus amigos)

 

Edad: 47 años

 

Años trabajando en el parque: 34 como fotógrafo y 19 como vendedor de comida para palomas.

 

Ventas: cuando el día es bueno gana entre 40 y 60 mil pesos, consigue el salario mínimo mensual.

 

Clientes: Entre sus clientes se encuentran turistas nacionales y extranjeros, taxistas y niños en general.

 

Hobbie: Fotografía

 

Familia: Esposa, dos hijos (un hombre y una mujer, mayores de edad), un nieto.

Tiempo libre: Aunque sus días laborales son toda la semana, pasa tiempo con su nieto y su esposa.

 

Personalidad: responsable, servicial, atento, aseado, trabajador, buen compañero.

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