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Un emprendedor de buenas costumbres

 

Por: Sebastián Rico B.

 

Responsable y sociable, así se define Sebastián Cruz, un joven ibaguereño  de tan solo 23 años egresado del SENA como tecnólogo en sistemas. Hoy en día,  y a causa de no conseguir empleo, ejerce el oficio de pregonero para el restaurante Mirador Tolimense, un amigo suyo lo introdujo en esta actividad,  hace 7 años trabaja arduamente desde las 7 de la mañana hasta las 5 de la tarde.

 

Durante su infancia, recuerda con claridad cuando iba con su madre y su hermana menor a pasear cada domingo al río en Coello Cocora, pues su padre no los acompañaba ya que el siempre sacaba a relucir su faceta problemática, generando un mal ambiente familiar. Debido al comportamiento de su padre consumido por el alcohol, Sebastián le cogió cierto fastidio, a tal punto de que no le genera interés saber cómo se encuentra,  decidiendo con propiedad fijar sus ojos en su madre y su legado, la influencia más fuerte de su vida, la que para él es su todo.

 

Para Sebastián Cruz, el colegio era sinónimo de ser desaplicado y vivir de la diversión, -como muchos lo interpretan a esa edad-, pero una situación lo hizo cambiar su mentalidad a partir del grado cuarto, reprobar un año lectivo, este acontecimiento traería como consecuencia repetir el grado pero esta vez con una alumna especial y muy cercana, su hermana, con quien terminaría estudiando hasta el grado once de manera disciplinada y a quien tildó de “sapa” en más de una ocasión por contarle a sus padres sobre lo que él hacía en el colegio.

 

Pero no todo podía ser gratificante, pues llegaría el que según él considera el peor día de su vida, se dio cuando sus padres decidieron separarse y conseguir una pareja distinta, factor que desestabilizó mentalmente a Sebastián, pero le hizo entender que junto a su hermana podían salir adelante, razón para buscar trabajo y luchar por lograr sus metas, uno de los consejos básicos que su madre le repetía a cada instante, de ahí el motivo de su empatía con cualquier trabajo.

 

Unos años después él pudo superar esa desagradable experiencia de tanto convivir con su hermana. Ella más adelante lo dejaría inmerso en la tristeza tras la partida a Yopal junto a su novio, con el que se encuentra viviendo en unión libre, quedando a cargo de la casa en la que alguna vez estuvo presente toda la familia, esforzándose más en su trabajo y pagando los servicios en compañía de su gato el cual no tiene nombre, con quien no tiene una buena relación, pero alimenta sanamente.

 

Sebastián conoce la verdadera felicidad anualmente, más exactamente durante cada cumpleaños de su madre, el más que nadie sabe que debe estar agradecido con ella por darle la vida, por ser quien le incentivó el espíritu trabajador, emprendedor y disciplinado que lo tiene como pregonero y como uno de los mejores trabajadores de este lugar, amigo de todos los empleados del restaurante.

 

Acerca de sus relaciones sentimentales, muestra una cara de insatisfacción y opta por preferir en primer lugar sus estudios actuales de contaduría pública en la CUN, a su madre y a su trabajo como pregonero en el Mirador Tolimense, que para el son aspectos sagrados, debido a que afirma que él no tiene novia ya que ha sido víctima de las infidelidades y está en desacuerdo con tener “amiguitas”, pues argumenta que no hay nada mejor que una relación seria.

 

A lo largo del día, Sebastián, con un jean y una camisa  -que son libremente escogidos por él y que están dentro del reglamento de la dueña-, hace llamativo el menú – que se lo sabe de memoria porque los platos no varían-, explicándoles de manera concreta a sus clientes la composición del plato. Para él resulta difícil mantener promocionando a cada instante porque dice que le afecta su garganta, incluso le dan agua para que refresque un poco esta parte del cuerpo, generando una leve rehabilitación para poder seguir con su oficio, pero no es suficiente, ya que llega al final del día llega mal de su voz a casa y decide hablar no pronunciar palabra alguna. Mientras él le hace saber a los clientes la composición de las bandejas de comida, por momentos lee detenidamente las noticias en la página web  de Ecos del Combeima, porque le gusta estar enterado de la realidad.

 

Al preguntarle cómo rinde el restaurante en la Tercera y como es su relación con la jefe, Sebastián afirma:

“Al restaurante entra siempre mucha gente, pero en algunos casos me he llegado a preocupar porque hay poca gente por este sector. Sobre mi jefe puedo decir que cuando ella cumple años me lleva a que haga parte de sus celebraciones, tenemos una muy buena relación, ella sabe que siempre llego puntual a las 7 de la mañana a sacar los pendones y luego a ofrecer desayunos con entusiasmo, le gusta como trabajo”.

 

En materia deportiva, su deporte insignia es el baloncesto, donde no tiene ídolo alguno. Sobre sus creencias religiosas y políticas, el declara rotundamente creer en Dios pero estar en contra de la iglesia por ser deshonesta, sobre el mundo de la política decide enfocarse en ideales izquierdistas, ya que no existe equidad para los pobres.

 

Para finalizar, Sebastián Cruz decide contar que se siente orgulloso de su madre y de la  formación personal que le permite ser alguien sobresaliente en la vida, donde no olvida que ha tenido experiencias en las que pudo llegar a coger por malos pasos, pero que al recordar a su madre lo hace encaminarse con rectitud hacia un futuro prometedor. Y cuando de futuro se habla, dice con un tono de voz fuerte y seguro que se ve trabajando en Google como tecnólogo en sistemas y sosteniendo a su madre.

Paisaje sonoro - Por: Sebastián Rico B.
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Entrevista - por Sebastián Rico
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Nombre: Sebastián Cruz

 

Edad: 23 años

 

Cantidad de hijos: 0

 

Años en la Carrera Tercera: 7 años

 

Actividad que realiza: Pregonero del restaurante Mirador Tolimense

Grupo de impulsadores -
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