No la camine con tanta prisa
Por: Germán Gómez Carvajal
No la camine con tanta prisa
Mirada desde las nubes o el piso noveno de un apartamento, la plazoleta Darío Echandía en la ciudad de Ibagué tiene forma de ele. (L) Su línea corta inicia a dibujarse desde el Banco de la República hasta la biblioteca del lugar con nombre idéntico a la plaza. Desde la carrera 3 a la altura del Teatro Tolima hasta la misma biblioteca se completa la segunda línea . Una ele hermosa que tiene en sus suelos cuadros rojos en baldosa, contorneados por piedritas que en esta ciudad musical llamamos granito y que contrastan sobriamente con el blanco de las paredes del lugar.
La plazoleta tiene como eje central en su forma e intención la biblioteca, pues es la plazoleta una apuesta cultural del Estado y sectores privados por la cultura. Es la biblioteca Darío Echandía la más nutrida en libros del departamento y contiene documentación fidedigna de la región, pues almacena historias, cifras y un archivo de imágenes que nos cuenta quiénes somos y como éramos. Por la plazoleta pasan niños de colegio llevados por sus profes a la biblioteca para explorar el mundo de los libros y nuestra identidad impresa de todas las épocas.
Pero no todos los niños leen y entonces se quedan corriendo en la plazoleta, saltando las bancas como si fueran atletas de alto nivel y adulándose ente ellos, con las palmas y con los gritos y se nota que la pasan bueno. Los que sí se molestan son los adultos de lentes y gabardinas en una ciudad tropical. En nuestra pequeña metrópolis los intelectuales se quieren vestir como los franceses de los sesenta, con sacos largos, bufandas y boinas pero por condiciones climáticas eso aquí no funciona y los seudointelectuales sudan de calor y de enojo porque los niños ríen y distraen.
Como la plazoleta nació con intenciones culturales una tarima reposa al constado izquierdo de la biblioteca. Entonces cantantes y músicos amigos del orden gestionan sus propias presentaciones y le ponen melodía a los días del lugar. Otros músicos no tan formales se hacenen las bancas, llegan de a poco pero son muchos, jóvenes y viejos y de un momento a otro, una sinfonía urbana, empieza a sonar sin micrófonos ni amplificadores, los instrumentos y las gargantas suenan sin la ayuda de nada.
Y es que la cultura de nuestra ciudad se sacude de lo “culto” y hace su arte de manera libre, como debe ser. Como debe ser todo artista, toda buena obra. Uno de los pintores reconocidos del espacio pinta tirado en el piso, sin mesas, sin ritos, sin altivez y sin boinas francesas.
En la noche la plazoleta huele a cigarrillo, a libro leído, a jornada terminada, a fiesta, a alcohol, a yerba. Los jóvenes músicos queman sus cigarrillos raros y hacen de la música una de las razones para no querer irse del lugar. Sus risas conversadas y letras cantadas hacen que la mente reflexione y aprecie el hecho simple de vivir.
La plazoleta cuenta con un colectivo de borrachos, viejitos que navegan en alcohol a diario y que la gente conoce e identifica. Don Carlos es un representante idóneo del gremio etílico. A continuación una descripción rapidita de donde don Carlos.
El alcohol le quemó muchas neuronas aunque algunas de ellas aun le sirven. No es muy brillante pero tiene una astucia torpe que le da resultados a diario. Entonces inventó tener una hija y mostrar su foto para mendigar en la plazoleta Darío Echandía. Mente ingeniosa para crear pero obtusa para ejecutar. Pues el afán de beber, no le permitió conseguir una foto de verdad, una que fuese apta para engañar a los visitantes de la plaza y adoptó, como hija, a una modelo de revista fina, a quien recortó con las manos a modo pellizco. Al mostrar semejante "chambonada" la gente no le cree de a mucho, pero el viejo es un vacan, y las monedas siempre saltan a su mano, y como los peces del aguinaldo navideño el viejito "bebe... y bebe... y vuelve a beber" porque su razón de vivir es encontrar una embriaguez eterna "yo tomo mucho para que, cuando me muera, en este cuerpecito queden reservas; porqué uno muerto y aburrido se muere de pena moral, que en la barriga me queden copas pa´ tomármelas después de enterrao. Muerto si pero aburrido no".
En la plazoleta la oferta es diversa y de todos los gustos puede usted ascender al tercer piso de la biblioteca y sentarse en un sillón grande a escuchar música clásica: Mozart, Haydn o Beethoven o puede sentarse en una banca de concreto a escuchar un collage de ritmos ensamblados por el destino de quienes se reúnan a tocar y a crear en un improvisado suspiro de inspiración loco.
Puede usted leer a Gabo y hasta debatir su obra con otros lectores pero también puede escuchar el Realismo-Trágico-Mágico de don Oscar, que cree que es necesario inventarse una hija para recibir monedas y que en su alicorado estado cree engañar a todos con su fotito de mentiras que con sus mágicas palabras todo mundo cree.
La plazoleta Darío Echandía es una ele (L) que nos refleja a todos. No la camine con tanta prisa conózcala aquí en “Camine al centro” Si no se le tiene se le consigue.