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Por aquí pasó Bolívar

 

Por: Daniela Cujer

 

Ocobos, monumentos, un ambiente tranquilo y fresco se vive aquí en la Plaza de Bolívar. Donde los vendedores ambulantes están acompañándola, con los oficios clásicos que alguna vez les dieron más, que para el sustento diario.

 

Plaza, parque y centro de la ciudad de Ibagué, ubicada en la carrera Tercera con calle 10. Sobresale por sus frondosos árboles como las ceibas, samanes y cámbulos que representan la antigüedad de la ciudad y resguardan la estatua de Simón Bolívar que fue donada por la colonia libanesa.

 

El monumento al libertador Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco, realizado por el escultor Pietro Tenerani. Se encuentra allí parado con firmeza en su tono negro pero con elegante vestimenta que inquieta el centro de la Plaza, de una manera honorable.

 

“El sitio histórico más importante es la plaza principal, hoy de Bolívar, trazada con base en la cuadrícula española por el fundador López de Galarza. Fue mercado público, circo de toros, patíbulo en tiempo de la reconquista española y allí funcionaron los inmuebles de mayor importancia como la casa consistorial, la cárcel, la iglesia parroquial, la casa de habitación de encomenderos, notables y terratenientes” (Pardo, c. 2009).

 

Aún se encuentra acompañado por los pilares que equilibran la ciudad, la Alcaldía municipal de Ibagué, el Palacio de Justicia y la Catedral de la ciudad. Algunos ciudadanos mantienen la costumbre de visitarla en las tardes, para tomar un tinto con sus amigos o simplemente para jugar cartas un rato al pie del libertador.

 

Fotógrafos ausentes en su labor pero presentes con su cámara colgada en sus cuellos, pasan el día en su segundo hogar. Pero no lo es solo para los fotógrafos, sino también para los lustrabotas y vendedores de minutos.

 

La plaza, lugar de distracción, aire puro y tranquilo que es transcurrido constantemente en la semana por diferentes personajes, bien sean visitantes de la ciudad o personas que trabajan a sus alrededores, que en su cotidianidad esta ver casi que a diario el Libertador.  Es así como la plaza se despierta, temprano con el comercio del centro de la ciudad para  que persones como los lustrabotas reciban a las personas que laboran en oficinas para darle una buena lustrada a sus zapatos, así mismo el señor de  los minutos o el de los tintos para levantar la energía.

 

Aunque es poca la frecuencia de los vendedores ambulantes en la actualidad, no dejan de existir esos personajes  para los que la Plaza es su oficio, casa y cotidianidad, así su ganancia diaria no suba de 10 mil pesos. Sin embargo Don Ignacio un transeúnte, y visitante fiel recuerda este lugar como punto de encuentro “esto antes funcionaba como un mercado, donde se comercializaba; también se hacían ferias y fiestas de la ciudad”.

 

Lugar reconocido no solo por su ubicación, sus visitantes permanentes, extraordinarios; sino también por los monumentos que lo identifican; pues cada uno tiene su historia. Los querubines fueron construidos hace muchos años cuando se remodela una fuente que estaba ubicada en la Plaza, la cual tenía como misión abastecer a la gente de agua. Estos personajes llamados “Hijos de Neptuno” son del italiano Giussepe Piertiti, que fueron tallados en mármol acompañados de dos chorros de agua y unas lámparas. Uno de ellos esta sobre un caballo de mar y el otro está luchando contra un gran pez, estos se encuentran ubicados a cada lado del libertador.

 

Puesto que la ciudad lleva 450 años, la plaza de Bolívar dejó de ser lugar de encuentro primordial entre los ibaguereños para toda clase de eventos; y desde 1886 dio un giro, desde su remodelación y estructura para darle un ambiente más ameno de visita para las familias los domingos. Uno de los más antiguos fotógrafos cuenta que “Cuando quisieron remodelar la Plaza, nos sacaron a todos. Desde nuestro grupo de fotógrafos hasta los vendedores ambulantes; pero lo único que hicieron fue no cuidarla, y sin ayuda de la alcaldía ni nada, nosotros veníamos todos los días arreglarla y mantenerla viva, pues hemos estado aquí más de 40 años y otros compañeros hasta más, por eso es injusto que ahora no nos dejen trabajar”

 

Ahora la Plaza de Bolívar se encuentra escudada por un grupo especial de espacio público, los cuales hacen regir sus reglas y velar por el lugar. Donde los vendedores ambulantes ni otro tipo de persona que ofrezca algún servicio pueden estar allí, tan solo pasar con sus carros de dulces cerrados y de prisa por este espacio lleno de tonalidades verdes, las cuales le hacen guardia al Libertador. Donde solo se logra despertar la labor de los vendedores ambulantes al media día, ya que los de espacio público están en su jornada de descanso y la familia del Libertador, por así decirlo trabajando cuando ellos descansan.

 

Bibliografía

Pardo, C. (2006) Credencial historia. Disponible en la página de internet http://www.banrepcultural.org/node/86567

 

Paisaje sonoro Plaza de Bolívar -
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