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La mejor herencia, su trabajo

Por: Gisela Quiroga Quintero

 

Después de la muerte de su padre José Antonio Díaz,  trabaja de domingo a domingo sin descanso alguno para él trabajar duro es sinónimo de salud, y su principal motivación es sacar adelante su familia. Este hombre de cuarenta y nueve años es mecánico desde los quince años profesión que heredó de su padre y su abuelo.

 

Su familia son su esposa María Rosales y sus dos hijas Sara Sofía Díaz de quince años y Valeria Díaz de seis años. Se casó muy joven y desde siempre ha tratado de brindarle a su familia lo mejor en todos los aspectos, a pesar de su trabajo diario desde muy temprano en la mañana hasta en algunas ocasiones altas horas de la noche le dedica tiempo a sus hijas para ayudarlas con tareas, hablar con ellas o jugar, él con cariño las llama mis princesas.

 

Su esposa es su guía en el camino, “ella siempre sabe todo, le encuentra solución a todo” señala José Antonio Díaz. Se han visto en tiempos difícil pero al final del día para él no hay nada mejor o más importante que estar bien con la mujer que le dio sus dos hermosas hijas. Le da gracias a Dios porque su lugar de vivienda es el mismo que su lugar de trabajo así puede estar más pendiente de su familia.

 

Ser mecánico dice José Antonio Díaz es su tesoro más preciado, es la herencia que le dejo su padre Libardo Díaz fallecido en junio del año 2013 “todos los días me acuerdo de mi viejo gracias a él mantengo a mi familia y por él se todo este cuento de la mecánica al derecho y al revés el me dejo el trabajo y esfuerzo de toda su vida, el taller”  comenta José Antonio Díaz.

 

El taller se encuentra ubicado en él Salado hace unos pocos meses, desde que José Antonio tiene memoria este siempre había estado ubicado cerca al terminal de la ciudad, porque su padre tenía ubicada allí su vivienda y todos sus clientes sabían la ubicación del taller; pero desde que su padre falleció cambiaron su ubicación por problemas económicos. Su padre al igual que él heredaron el taller pues el fundador de este fue su abuelo quien falleció hace diez años.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo curioso de este taller es que nunca tuvo nombre, “en la época que mi abuelo que en paz descanse comenzó con el taller contaba él había mucha competencia y mi abuelo decía yo para nombres era negado así que lo dejo sin nombre y así ha sido conocido por más de veinte años”  señala José Antonio Díaz.

 

Madruga todos los días, a diario tiene clientes, unos llevan años con él cómo hay otros que van una sola vez y nunca vuelven. Se considera experto en arreglar carros de modelos viejos, son su fuerte. Su padre sus principales clientes eran busetas porque el abuelo de José Antonio Díaz fue dueño de tres busetas hace más de 30 años, experiencia que lo llevo a la idea de construir su propio taller y de ahí fue creciendo hasta llegar hoy en día a seguir en pie. Cuenta que no es una profesión fácil que como todo en la vida hay tiempos buenos y hay tiempos malos, le hubiera gustado estudiar una carrera universitaria, administración de empresas, cuenta que es bueno en las matemáticas pero por no tener suficientes recursos económicos  solo tiene estudios de bachiller.

 

Se siente orgulloso de su trabajo, es lo que le ha dado para sacar adelante a su familia, es su herencia un taller que ha venido de generación en generación pero que dice que muere el día en que él lo haga pues no tuvo hijos varones y no se imagina a sus hijas de mecánicas,  quiere verlas graduadas de la universidad.

“no sé qué haría sin mi taller es lo único que se hacer por eso lo veo como el mejor regalo que me dejo mi viejo, mi gran herencia” afirma José Antonio Díaz.

 

por Gisela Quiroga Quintero.

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