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Cambios significantes

Por: Jessica Paola Barrios Vega

 

Detrás de cada moneda que intercambiamos con los conductores de los buses urbanos hay grandes historias.

María Hoyos es una madre cabeza de familia con un itinerario pesado. En sus 1.65 de estatura, piel morena, ojos grandes y cabello corto castaño hay un ser lleno de energía y esperanza. “Yo soy muy berraquita, eso me lo enseño mi mamá desde pequeña. Por mis hijos lo hago absolutamente todo”. Y si, es así. El día a día es “guerreado” como ella lo dice y más si se trata de buscar el alimento para sus tres hijos. Por parte del padre de sus hijos no recibe ayuda ni económica, ni moral hace seis años. “Yo no se nada de él, me dejo pero no me ha hecho falta porque he sabido sacar adelante a mis hijos”.

 

 María se levanta todos los días a las cuatro de la mañana para dejar a sus hijos listos para ir al colegio, aunque la entrada a la escuela es a las seis de la mañana ellos a las cinco ya deben estar preparados porque a esa misma hora María debe estar en la calle 15 con carrera Quinta en busca de los “buseteros” que necesiten cambiar monedas. “El negocio es bueno pero en las mañanas porque ellos empiezan sin nada de moneda, ya después empiezan a conseguir y no necesitan de uno”.

 

María desempeña el oficio conocido como “cambia monedas” hace ocho años. En las noches deja listos los morros de 9 mil 500 pesos en monedas de 500 o mezclados con de 100 y 200 pesos. A las cinco o antes empiezan a parar los buses y ella por la ventana les pasa las monedas y a cambio recibe un billete de 10 mil pesos. Por cada 10 mil se gana 500 pesos. Cada mañana cambia de 10 a 15 morros de monedas, en ocasiones cuando los clientes son de confianza se les fía para las tres de la tarde y a esa hora recibe los 500 pesos.

 

Las ganancias suman entre 5 mil y 7 mil 500 pesos. “Las ganancias no son muchas pero imagínese eso diario me cubre lo del desayuno o el almuerzo de mis hijos”. María consigue las monedas con su vecina Adelaida que trabaja en una estación de servicio.

 

Así es el día a día de esta mujer que refleja en sus ojos amor y en sus manos achacadas sus esfuerzos por conseguirles el alimento a sus hijos. En sus fines de semana se dedica a arreglar casas de familia. “Eso me ayuda también para el sostenimiento de mi casa, aunque mi mayor apoyo económico me lo da mi mamá”.

“Ser ‘cambia monedas’ no me da mucho pero si me ayuda para los niños. Es un buen camello para salir de apuros”. 

 

por Jessica Paola Barrios Vega

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