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Sobre ruedas trazando sueños

Por: Alejandra Moreno

 

Sumergido en un mundo de monedas y billetes, tráfico, semáforos y pitos se encuentra René Alonso Rodríguez de cuarenta y nueve años. Es padre de familia y es quien lleva las riendas de su hogar. Su familia está conformada por su esposa y su hijo de quince años.

 

Su día comienza a las 4:30 de la mañana y termina a las 10:30 de la noche. La rutina no lo deja compartir mucho tiempo con su familia, debido a que el trabajo le consume gran parte de las horas del día. “La experiencia negativa de este trabajo es, precisamente, que no puedo dedicarme a mi familia”, afirma.

Los días que él tiene para estar en su hogar, son los festivos y el último domingo de cada mes. En este tiempo le gusta pasear con su esposa y su hijo, disfrutar y observar la naturaleza en la finca de su padre. Olvida su mundo real por un tiempo y vive un mundo mágico junto con su “gran tesoro”, la familia.

 

A sus 15 años era un chico soñador, alegre y entusiasta, aspectos que lo caracterizaron desde siempre. Antes de toparse con su “media naranja” anduvo en la búsqueda de la felicidad en corazones ajenos, sí; se enamoraba de mujeres comprometidas, pero nunca fue un hombre de una sola mujer. Como un picaflor, vagaba por la vida, aunque tenía sueños por hacer realidad, no tenía un rumbo fijo. Quiso independizarse, pero no tenía la madurez suficiente para afrontar una vida sola y autónoma.

 

Soñó con ser médico veterinario, pero debido a los escasos recursos de su familia en aquella época no pudo entrar a la universidad para especializarse en lo que quería. Luego de finalizar el colegio se dedicó a trabajar, con intuición y empirismo, supo un poco de ventas y conformó una mini-empresa, cuando tenía 23 años, la cual le generó ingresos para sus propios gastos. Todo al principio iba bien, el negocio de repuestos para carros, estaba prosperando, los ingresos le alcanzaban para suplir sus necesidades, hasta que un día algo inesperado sucedió.

 

Un día como cualquiera, a las 8 de la noche y de regreso a su apartamento, vio como el fuego lo iba consumiendo todo. Anonadado, salió corriendo en busca de ayuda y al poco tiempo llegó el carro de bomberos, ninguna vida corrió peligro, pero su apartamento estaba hecho cenizas.

 

Con este suceso, tuvo que volver a la casa de sus padres y desistir de su vida independiente, lo que conllevó buscar trabajo por otra parte. Encontró en la empresa Cotrautol el puesto de conductor de transporte público, estuvo vinculado a la empresa por quince años. Debido a un asunto familiar, (que no revela) tuvo que irse de allí para Logarza en la que se encuentra laborando hace 8 meses, ha entablado buenas relaciones, tanto con sus superiores, como con sus compañeros de trabajo y ha recibido todo lo que por ley merece.

 

En el momento menos inesperado llegó una mujer que lo enamoró. A eso de las 6:00 de la tarde entra a su almacén de repuestos, ella. Con cabello largo, sonrisa perfecta, ojos brillantes y negros, se dirigió hacia él y le compró dos herramientas para el mantenimiento de carros. Él, con una sonrisa, la atendió y desde ahí algo le dijo que esa mujer iba a ser de él y para él.

 

Y así fue. Su instinto de “macho”, como él lo menciona, no le falló. Cuando cumplió treinta años la conoció. Desde ahí supo que sería la mujer de su vida, porque supo robarle los suspiros y ser la protagonista de sus sueños. Diana Barón se llama y es docente en la institución educativa, Augusto E Medina de Comfenalco, es su esposa y la madre de su único hijo. “Ella tiene cuarenta y cinco años y es una mujer hermosa, ejemplar, dedicada, responsable…” dijo Alonso, su esposo.

 

Al cabo de 3 años de noviazgo René pidió su mano y contrajeron matrimonio y al año después, nace su hijo Santiago Rodríguez Barón, fruto de ese amor. Santiago llega en el momento más oportuno, y luego de una serie de pruebas y exámenes de embarazo negativos, por fin sale positivo. La felicidad fue inmensa para los dos.

 

 “Es un verdadero ejemplo, es mi héroe y el que me impulsa a cumplir los sueños que hay en mi corazón”  afirma Santiago. Para René ver cumplidos los anhelos que tiene su hijo es lo que más quiere. Desea que lo que le tocó vivir a él, no lo viva su hijo, es por esto que lucha cada día para poder darle una carrera profesional que le permita a Santiago superarse y hacer realidad los sueños. Está dispuesto a trabajar sol y luna para brindarle un futuro seguro y estable.

 

Actualmente lleva una vida feliz junto con su familia. El sueño de ser médico veterinario no se ha desvanecido, aún piensa en ello y está haciendo lo posible para poder estudiar, lo que le impide ahora es el trabajo, pero está pensando en terminar el tiempo acordado en el contrato, retirarse, iniciar de nuevo con el negocio que algún día tuvo y estudiar; “nunca es tarde para hacer realidad nuestros sueños”, dijo.

 

En sus años de conductor no ha tenido experiencias o situaciones negativas que pongan su vida o la de sus pasajeros en riesgo. Cree mucho en Dios y cada día se encomienda a Él. Cuando llega la hora del almuerzo puede descansar una hora, porque tiene que seguir su día de trabajo, soportando las congestiones de tráfico, el ruido, la contaminación, pero siempre que sale de su casa se dispone a trabajar de buen gusto y con agrado.

 

Por Alejandra Moreno

 

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