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Venezolanos echados pa'lante

Por: Sarah Gallego Zúñiga

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     na tarde de domingo del año 2017 me encuentro con Diana Carolina Hincapié, una mujer blanca, oji clara, de pelo castaño claro y con algunas pecas sobre su rostro. Diana y yo nos encontramos en su restaurante Empanadíviris, habíamos pactado un encuentro dos días atrás para recopilar información acerca de la gastronomía venezolana que ella ofrece en la ciudad de Ibagué.

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Su restaurante es un local comercial como cualquier otro. En el interior se encuentra la cocina con su respectiva freidora para elaborar todo tipo de empanadas. Hay dos ventiladores, insoslayables por el sonido que emiten, la caja y un par de barras para los clientes. En el andén se encuentran dos mesas con sus respectivas sillas y un letrero mediano en donde se explican los sabores de cada empanada.

 

El miércoles anterior

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El miércoles anterior a nuestro encuentro con Diana Carolina me encontraba camino a casa con mi papá. Un letrero bastante visible cerca al éxito de la calle 80 nos sorprendió: Delicias Venezolanas. Las letras resaltaban en color blanco y el fondo de la bandera de Venezuela. Estacionamos el carro en este lugar para conocer de qué se trataban estas delicias que se mencionaban en el anuncio. En ese momento un hombre moreno, crespo y de contextura delgada se nos acercó. Su acento venezolano resultó inconfundible.

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Se presentó como Rafael Villalobos y con una actitud amable nos explicó que tipo de comida ofrecía. En ese momento sólo contaba con arepas venezolanas de pollo, así que pedimos una para probar. Rafael sólo tenía una nevera mediana de icopor y cuatro sillas de plástico distribuidas sobre la acera. 

 

Ocho días después, regresé al lugar

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Ocho días después, regresé al lugar. Precisamente en el momento en que llegué, aproximadamente a las 7:30 de la noche, Rafael había terminado de vender todos sus alimentos, así que se dispuso a recoger los utensilios que suele usar a lo largo del día.

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Los 3 nos subimos al carro de mi papá, para evitar que se mezclaran los sonidos de buses, carros y motocicletas en la grabación que tenía previsto realizar con él. Sin desconfianza alguna, ayudamos a Villalobos a subir la nevera y las sillas al interior del carro y mi primera inquietud consistió en saber a dónde se dirigiría después de la entrevista.

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  • Al barrio Ciudadela Simón Bolívar

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Ese el sector de la ciudad donde vive actualmente Rafael. Diana Carolina se disponía junto con los ayudantes a finalizar su día laboral. En ese momento realizaba el cuadre de caja, hacía el aseo del local y organizaba los productos para la venta del día siguiente. Contrario a Rafael, quien trabaja a sólo unos pasos del local de Diana, ella vive frente a Empanadíviris, justo en el barrio Prados del Norte.

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Estas dos historias confluyen en Venezuela primero y en Colombia después: Diana Carolina, ibaguereña de nacimiento, decidió hace diez años emprender una nueva vida junto con su esposo en Venezuela, precisamente en Valencia, Estado de Carabobo, donde decidieron abrir una tienda para distribuir ropa y calzado. Según Diana, el negocio les generaba remuneraciones económicas bastante favorables hasta el momento en que debieron partir. La historia de Rafael inició en la ciudad de Maracay, Estado de Aragua, Venezuela. Con 25 años ahora, Rafael nació en Maracay y allí cursaba octavo semestre de Ingeniería Industrial y tercer semestre de Tecnología en Manejo de Alimentos. Entre sus conocidos era considerado como un gran pastelero profesional. Su migración a Colombia, se debió a la crisis económica que atraviesa desde hace años Venezuela.

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Acosados por la situación económica y social que se vive en el país vecino, Diana y Rafael, cada uno acompañado de las personas que aman, decidieron emprender su viaje a Colombia y buscar nuevas oportunidades. Para los dos, sin embargo, resultó imposible dejar atrás lo mejor que saben hacer: comida venezolana.

 

El matrimonio de Diana y Fabián

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Dos años atrás, Diana Hincapié, su esposo y su hija de 5 años decidieron regresar a Colombia. En Ibagué siempre han tenido familia, por lo que consideraron ideal el hecho de vender la tienda y el apartamento en Valencia. También vendieron algunas acciones de empresas que habían adquirido. Con ese dinero les fue posible para retornar a Colombia.

Meses antes de aquel viaje, Manuel Fabián Cruz, pareja de Diana, tuvo la idea de profundizar sobre la receta de las que, se consideraban las mejores empanadas de Valencia. Sin mayores problemas Manuel logró adquirir el paso a paso de la elaboración de este alimento típico venezolano.

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El vuelo desde Valencia hasta la ciudad de Bogotá duró aproximadamente unas seis horas, en las cuales pensaron detalladamente en la posibilidad de instalar un local de comidas en la ciudad musical de Colombia, especializado  en empanadas netamente venezolanas. En junio del año 2015 la familia pisa, después de muchos años, tierras tolimenses.

 

Rafael llega a Colombia

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Rafael Villalobos llegó a Colombia un mes atrás. Ingresó por la frontera de Cúcuta, su odisea consistió en agarrar un bus desde Maracay hasta San Cristóbal, de allí hasta San Antonio del Táchira y de allí caminó aproximadamente durante 20 minutos hasta migración, donde sellaría su salida de Venezuela y su entrada a Colombia. Estando en Cúcuta, se dirigió hacia el terminal de transporte de dicha ciudad para abordar un bus a Bogotá, allí se radicó dos semanas, gracias a un conocido de su familia.

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Rafael contactó a una familia cristiana ibaguereña durante su estadía en Bogotá, esta familia le propuso ofrecerle hospedaje durante tres semanas mientras lograba organizarse en la ciudad musical. Gustoso, Rafael aceptó ya que tenía según él, mejores referencias de Ibagué en cuanto a la tranquilidad y las ganancias económicas.

 

Después de dos meses

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Después de dos meses, la familia Cruz Hincapié, logró mediante un crédito acceder a un local de empanadas: Empanadíviris. El nombre lo tomaron de un reconocido lugar en la ciudad de Valencia, Venezuela. A diferencia de las empanadas colombianas, las venezolanas no emplean ningún tipo de relleno, sino que se cocinan únicamente con los sabores que el cliente haya pedido.

 

Recién llegado a Colombia

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Recién llegado a Colombia, Rafael decidió abrir un negocio ambulante en una de las calles de la ciudad de Ibagué. Su puesto está enfocado principalmente en la comida venezolana, ya que según él, la cocina siempre ha sido lo que realmente le apasiona. Un día vende empanadas, el día siguiente ofrece arepas de sólo un relleno. Cada quince días vende hayacas, alimento típicamente venezolano. Su comida genera entre 100 y 150 mil pesos diarios. Las ganancias las destina para vivir y para enviar dinero a su familia que aún hoy, reside en Venezuela.

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Rafael Villalobos sueña con traer a su esposa y a su pequeña hija de dos años a la ciudad de Ibagué. Quiere un futuro realmente próspero para su familia y con las oportunidades que cada uno merece.

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