Universidad de Ibagué
2017
Comunicación Social y
Periodismo
Sabores entre semana
Por: Johanna Alejandra Arias
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on las 2 de la tarde del lunes. Al terminar mi jornada de estudio debo ir a tomar el bus que me llevará a una meca de los sabores, todo parece estar a mi favor, no hay demasiada congestión, así que a las 2:15 p.m. logro estar entrando al centro comercial Multicentro, me pierdo por un momento mientras busco la plazoleta de comidas. Finalmente llego. Hay más o menos unas 20 personas en el lugar, todas entretenidas mientras miran la pantalla del televisor que está ubicada en la mitad del escenario.
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Son muchas las sillas y mesas que rodean el lugar, el azul y el plateado son sus colores. Sólo verlas despierta el apetito de quien las mira, la mayoría están vacías, suena música de fondo, salsa es el género. Las pocas personas que están tienen sus ojos bien puestos en el televisor que transmite a esa hora la Rosa de Guadalupe. Hay tres parejas, el resto son personas solitarias, que toman un refresco, un agua, inclusive una cerveza, algunas comen helado, otras sólo se entretienen con su celular. Mi olfato empieza a hacerme malas jugadas, mi estómago empieza a gruñir, son muchos los olores deliciosos que empiezo a percibir y el hambre empieza a despertar.
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No sabe uno qué escoger, son muchos olores mezclados, todos muy agradables, camino a lo largo del pasillo para calmar mis dudas y saber de dónde proviene cada olor, pero me confundo más, todo lo que ofrece cada lugar se ve tan rico, se escucha tan bien, es tanta la variedad…
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¿Qué voy a comer? Sin duda alguna, estar en la plazoleta de comidas del centro comercial pone indecisa a cualquier persona, lo elegido hoy es una ensalada al estilo mexicano de las que venden en Frisby, donde la lechuga, el maíz tierno y el picante son los ingredientes perfectos. Casi son las 4 de la tarde y ya debo irme. La plazoleta de comidas continúa tranquila, más o menos 25 personas, la gran mayoría solitarias.
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Es martes y debo seguir con mi visita en la Plazoleta de Comidas, esta vez son las 4 de la tarde y la plazoleta se encuentra más llena que el día anterior. Aunque las sillas siguen sin estar del todo ocupadas. La variedad, los sabores, los olores logran atraer por completo. Me acerco a Juana Osorio, una joven de 22 años, que se encuentra esperando su pedido, ella me cuenta que su plan favorito hoy martes es estar allí comiendo los famosos Frisnacks, esos trocitos apanados de pollo son siempre los elegidos y hacen que sea un plan impostergable para ella. Para disfrutarlos tiene como favoritas las sillas de la plazoleta del primer piso. Cerca de las 4:30 de la tarde, Juana se ubica allí porque a esa hora la brisa pega sabrosa. Es así, ella tiene razón, yo también lo percibí de esa manera, y es a esta misma hora en la que la plazoleta de comidas empiezan a llenarse, el flujo de personas se incrementa notoriamente, será así hasta las 9 de la noche, unos con sus parches, otros con sus parejas o simplemente personas que deambulan sin compañía alguna.
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Es miércoles y son casi las 8 a.m. La actividad en la plazoleta apenas comienza, todos los locales están abriendo sus puertas para recibir a los transeúntes que van desde temprano a beber un buen café, un refresco o una que otra cerveza. La mayoría de personas que a esa hora se encuentran allí están solas, sentadas en una mesa con sus ojos atraídos por la pantalla gigante, otras están sentadas en la terraza con sus ojos puestos sobre la avenida. Ver a un grupo grande en este horario no es usual, la atmósfera tiene más bien una pinta de soledad.
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Hoy la cosa cambia. Es jueves y son las 12 del mediodía, llegan empresarios a sus almuerzos o reuniones de trabajo. Esta es la hora donde llegan todas las personas que trabajan en oficinas, así lo afirma Jorge Santos, un hombre que lleva 15 años trabajando en la Crepería, ubicada en la plazoleta del segundo piso, según él a esa hora el lugar se vuelve un centro de negocios donde todo se mueve. A eso de las 2 pm, la soledad vuelve a abrazar el lugar.
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Llega el esperado viernes y mi visita rutinaria sucede a las 6 de la tarde, la plazoleta está llena por donde quiera que se mire, veo todo tipo de rostros y percibo un sentimiento de felicidad, muchas personas están haciendo sus filas en sus lugares favoritos. Unas van por Frisby, otras por Presto, y no falta quien quiere algún helado Popsy o un sándwich de Subway, todo es relativo, aquí lo único que interesa es que hay mucho de donde escoger… y para los gustos se hicieron los colores, y los sabores.
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Después de observar el lugar durante hora y media y aprovechando un poco la calma mi apetito se pronuncia, me acerco a Presto ya que fue mi elección de la noche, en la caja se encuentran 4 personas pagando su pedido, mientras observo qué pedir, Natalia Rodríguez, trabajadora del lugar, con una gran carcajada me pregunta que si estoy indecisa. Ella se percató que llevaba cerca de cinco minutos parada sin ordenar nada. Le respondo con otra gran carcajada y la orden de una hamburguesa. Mientras mi pedido sale, entablo con ella una breve charla, pregunto por su papel en la cocina y me cuenta que ella es la que hace de todo allí. De lunes a jueves son tranquilos, dice, pero que los viernes son muy agitados, me confiesa que el amor que le tiene a la cocina le da para mucho, mira el reloj y me dice que ya casi son las nueve y que es hora de cerrar. Debo ir a preparar, grita, los 150 postres que debo empezar a entregar a las 8 de la mañana mañana sábado. Amo los postres, Natalia cuenta 151 pues dice que no me dejará sin el mío.
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