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Metro, trabajo y dormir

Por: Giovanna Alejandra Lugo

 

 

     obleza, es lo primero que ubica en su mente Luisa Salgado al describir con una palabra a Marlenny Dubois. El restaurante contiene pocos clientes pese a la hora de la noche, 7 de la noche. Logramos ubicarnos con comodidad en el segundo piso de NYNY Délices y Luisa irradia seguridad aún cuando no es la protagonista de la historia.

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Nyny, apodada así por su familia y amigos, nace en el año 1957 en Bogotá. Tuvo una infancia muy feliz ya que contaba con un gran número de hermanas que aunque mayores, logró disfrutar y aprender de cada una de ellas. “Mi madre logró disfrutar de su infancia, una muy bonita infancia, jugaba mucho con los primos de su edad, consiguió ser muy feliz”.

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Estudió en la Universidad Nacional obteniendo allí su título como licenciada en Español, aunque antes de su graduación, exactamente un año antes, se casó con Julio Antonio Salgado, y gracias a esta unión concibe a su única hija Luisa.

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Dos años, fue el tiempo en que ejerció su carrera antes de tomar una de las decisiones más grandes de su vida: partir hacia Francia, buscando sanar el dolor causado por la pérdida de su primer esposo. En busca de una nueva vida y para alimentar su espíritu, la amante del arte llega a París.

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“A mi mamá siempre le había llamado la atención el arte, la arquitectura de este país y de sus monumentos, siempre le ha encantado el arte y la historia. Cuando la vida le dio la oportunidad de ir y realizar su sueño, sin dudarlo se marchó, dejándome en un principio en Bogotá hasta que un año después consigue volver por mí”.

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Cuando consigue estabilidad suficiente en la “ciudad del romance” decide volver por su hija para vivir junto a ella como una familia. Fue un camino complicado de recorrer ya que su madre tuvo que pasar por cierto tipo de dificultades que no iban a hacer de su vida soñada algo fácil de alcanzar.

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“Mi madre se fue con 20 dólares en el bolsillo del jean, pues para la época, no vayan a hacer eso en los tiempos de ahora - afirma a forma de consejo -, solo partió con eso gracias al programa de niñeras que le aconsejó una familiar cercana”. Luisa se expresa rápido pero de una manera lineal y directa, no se distrae ni divaga, se concentra en cada pregunta sin titubear.

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  • ¿Qué edad tenía su mamá cuando se marchó para Francia?

  • Si me tuvo a los 25 y yo tenía 4 años en aquel entonces… 29 debió tener al irse del país.

 

“Berraca” es la palabra que agrega Luisa cuando yo intento buscar un adjetivo propio para su madre después de contarme las hazañas que tuvo que pasar para conseguir sus sueños. Su artista interior se presenta de manera teórica afirma su hija entre risas ya que hasta un cumpleaños cantado, es todo un drama - acierta entre chanzas - pues es difícil de entonar para ella; tanto era este amor por el arte que intenta inculcarlo en su hija, claro está sin conseguirlo.

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Al estar establecida y con su hija bajo su protección dedicó 30 años de su vida a un laboratorio farmacéutico con sucursales alrededor del mundo, ella fue la encargada de la parte administrativa en países donde se hablaba español.

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“La vida en París es muy organizada, allá hay un dicho que dice métro, boulot, dodo; que traduce: metro, trabajo, dormir. Por lo tanto hay un ritmo de vida que parte desde las 6 de la mañana y cuando sales a tomar el metro las personas a tu alrededor son las mismas”.

La narración es clara, no titubea un sólo momento y la añora como una película de romance actual. Alain Dubois, su actual esposo y socio del restaurante logró conquistarla como todo un “ciudadano de París”, con paciencia y perseverancia.

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¿Cómo pasó este acontecimiento? Durante cada mañana, antes del trabajo y mientras esperaban el metro lograron cierto contacto, y de saludos a charlas, pasaron a enamorarse y casarse. ¿Cuánto tiempo duró este proceso con intención amorosa? Dos años - afirma Luisa con rapidez - siempre tomó tiempo.

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Luisa describe el día en que sus padres, Marlenny y Alan se casaron. “Ella estaba muy nerviosa como si nunca antes se hubiera casado. Cuando se conocieron, eran todos chistosos, escribiéndose cartas y papelitos… como adolescentes”.

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Afirma que él le ha traído mucha protección, amor y juventud y que su mamá consiguió al hombre de su vida pese a que ya hubiese estado casada antes. A pesar de llevar tiempo viviendo la vida parisina que tanto soñaba, su esposo llegó justo en el momento de su jubilación, siendo su sueño vivir en un país diferente en el que no hubiera pasado sus días trabajando para tener un nuevo ambiente diario donde pudiera “sentirse de vacaciones todos los días”.  Por ello, decidieron volver a Colombia. Sin embargo, había una condición de por medio, Marlenny aún sentía que podía trabajar y dedicase a algo.

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“La idea del restaurante provino más que todo de una motivación personal, ella todavía se siente joven, ella quiere trabajar, quiere ocuparse. Ella no se veía estando todo el tiempo en casa”. Amor y agradecimiento por el país que la acogió por mucho tiempo fueron las razones por las que decidió abrir un restaurante, en aquel entonces en Bogotá de comida rápida francesa. Traer un poco a Colombia de lo que ella adquirió en Francia, era uno de sus propósitos, afirma su hija.

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Tiempo después de haber llegado, sin embargo, llegaron como turistas a Ibagué para un concierto de jazz que había en aquel momento y encontraron la ciudad como una mejor opción para el negocio familiar y para sus vidas.

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“Cuando yo llegué a Bogotá, vi a mi mamá y Alan un poco aburridos del clima. Para ir a comprar unos tomates a veces eran tres horas. Yo no los veía como los jubilados que viven en un lugar donde se pueda descansar, mi mamá en Bogotá estaba súper estresada”.

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En el 2017, NYNY Délices, llega como un proyecto familiar a la ciudad de Ibagué, en donde Marlenny es la protagonista. Diferentes cualidades como ser una persona de gran corazón, tierna, alegre, chistosa y trabajadora, la han llevado a conseguir todo lo que se ha propuesto día a día, teniendo en cuenta que París, no sólo transformó su vida, sino también la de todas las personas a su alrededor.

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