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La pasión, el ingrediente favorito del chef

Por: Juan Manuel Sanabria

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     u madre es chef profesional. Camilo desde pequeño demostró interés en cómo ella preparaba los almuerzos y las cenas familiares. Desde el sancocho hasta los frijoles despertaron en Camilo una curiosidad culinaria que lo llevó a hacer de los sartenes y la estufa sus mayores aliadas cuando de expresar su amor por la cocina se trataba.

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Camilo se lava las manos luego de cocinar y dejar listos sobre el mesón unos cuantos platos en donde incluía pasta, lasagna, y unos cuantos canelones. Se seca en su delantal negro y apoyando sus manos sobre una parte del mesón comienza a contar cómo en un principio no imaginó llegar a estar detrás de un fogón.

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  • ¿Siempre tuvo en mente el llegar a convertirse en chef?

  • Nunca pensé que iba a ser cocinero, yo iba a estudiar finanzas en el Externado

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Camilo cuenta que vivir solo en Bogotá fue uno de los principales motivos para que empezara a poner en práctica ese talento que hasta entonces desconocía, pero que sería el comienzo para que sus dotes como chef salieran a flote desde lo casero. “Empecé a cocinar, me cansé de comer en restaurantes y le decía a mi mamá que me dictara recetas por teléfono, así comenzó todo, y luego le cocinaba a amigos”.

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Luego de eso, Camilo empezó a interesarse por los programas de cocina, ya que en esa época el canal El Gourmet había tomado mucha fuerza. Esto no fue suficiente para él y decidió estudiar gastronomía aunque a su padre no le sonara mucho la idea, pero su pasión no encontraba freno y esa llama seguía creciendo.

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Habiendo estudiado ya y hecho algunos cursos en España, Camilo cuenta con orgullo que trabajó en “Sin Semilla” una agencia especializada en culinaria y dueña de algunos de los mejores restaurantes de Colombia. Pero no es por esto que su orgullo sale a relucir, sino porque fue allí en donde conoció a quien hoy es su pareja inseparable en la cocina “Lala” como la llama él, y con quien hoy tiene su propio restaurante Italiano en Ibagué: “Gricia”.

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Un restaurante en donde tan sólo 20 clientes satisfechos caben, un pequeño local que para él es más que suficiente, aclara. “Es mucho más fácil cuando es un sitio pequeño, lo puedes personalizar un poco más, puedes darle más detalles que si es un restaurante de 300 personas”.

Camilo planea trabajar bajo reserva como muchos restaurantes pequeños en las capitales más reconocidas lo hacen. Una cocina personalizada, platos hechos con la dedicación que merecen. Saca pecho y comenta que los productos que utiliza para la realización de sus platos son de proveedores tolimenses, comprando sus productos en la plaza, de proveedores locales como por ejemplo mantequilla de Bojacá, leche entera campesina y quesillo de Ronces.

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Pone a cocinar una porción de pasta en una olla y luego se detiene, voltea su cabeza y mira de un lado a otro el restaurante, lo hace lentamente y suelta un suspiro. Dice que le gusta que sus clientes se sientan satisfechos tanto en el sabor como en la economía, ya que sus platos son de un precio asequible y de gran tamaño. La razón de esto es que su restaurante está hecho más que todo por pasión, y sentir que sus comensales se sienten a gusto con lo que se les sirve es más que suficiente para él.

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“Cuando tú escoges una carrera cómo la cocina es porque tú tienes el don de servir, te gusta hacer las cosas de corazón y con amor”.

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