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Sabor del emprendimiento

Por: Zully Karina González

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     l siete de abril de 2013 inició el señor Arias su labor como tamalero. A lo largo de estos 4 años le han pasado varias cosas, unos tamales le han quedado quemados, otros picantes, otros salados, unos sin sal… los clientes, unos quedan satisfechos y otros no. Diana Gutiérrez es una cliente del lugar que indica que los tamales son deliciosos, tienen un picante que le encanta, Diana nació en el departamento del Huila y expresa que el tamal es igual en tamaño, más no en sabor.

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Andrés Francisco Arias es un joven que nació el ocho de diciembre del año 1992 en la ciudad de Ibagué, con tan sólo 24 años es dueño de Tamales el Antojo Tolimense, un negocio que se creó hace 17 años por los abuelos de su novia. Todo este sueño de crear su propia empresa se dio cuando Andrés necesitaba pagar sus estudios de Administración de Empresas y por casualidad los abuelos de su novia pensaban dejar el negocio del tamal debido a cuestiones de salud. Los abuelos le propusieron a su nieta que fuera la encargada de conservar la tradición y de seguir preparando tamales, un plato muy típico del Tolima, a lo que ella respondió: “No me queda tiempo para estar once horas preparando tamales y al mismo tiempo atender a proveedores, clientes y sacar pedidos”.

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Además no le llamaba la atención quedarse con el negocio de sus abuelos, porque tenía un trabajo que le generaba más confianza, tampoco era favorable dañar la imagen o el reconocimiento de un negocio que llevaba mucho tiempo y considerado uno de los mejores tamales del sector, según afirman los clientes.

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La nieta le comentó a su novio, Andrés Francisco. Él analizó el lugar y vio que el negocio no contaba con sillas, ni mesas, no había un lugar para que los clientes pudieran disfrutar del tamal. Todo se encontraba en la calle y el cliente debía  llevarse el producto para consumirlo en su hogar, los abuelos contaban, entonces,  con cuatro ollas en los que cabían 34 tamales aproximadamente. Arias se dio cuenta que una de las prioridades para consolidar el negocio sería buscar un lugar adecuado para vender, entonces le pregunta a su novia: ¿Cuántos tamales se venden en una semana? Ella respondió que aproximadamente entre 230 y 260.

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  • ¿Cuánto cuesta un tamal?

  • 3.500 

  • ¿Cuánto dinero invierten?

  • 350.000 mil

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…y se dio cuenta que el negocio bien administrado sería muy rentable, las ganancias eran de 900.000 mil pesos semanales y restándole lo invertido se ganaban 500.000 semanales. Entonces Andrés Francisco Arias emprendió su camino como tamalero.

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En el mes de abril del 2013 Arias consigue un lugar cercano a donde los abuelos de su novia sacaban sus tamales a la venta. Encontró un garaje ubicado en la cra 22 N° 66-02 en el barrio Ambalá, un garaje de 2.20 metros de ancho por 4.5 metros de largo, perfecto para adecuarlo como Arias lo quería, luego saca un pequeño préstamo y con las ganancias de los tamales vendidos, compra un refrigerador para congelar algunos tamales, un mesón metálico para separar las hojas, picar las verduras y hacer la masa, pero no fue todo. En la parte de adelante colocó un ventilador, un televisor, 5 mesas blancas, con sus respectivas sillas. Pintó de color blanco el establecimiento y empezó a buscar ayudantes para agilizar la preparación de los tamales. Cerca del negocio se encuentran locales de comida rápida: Restaurante Casa Morales, Spain, Toro Rojo Gourmet, El Chorizo de mi tía, Restaurante Miel y Mostaza. Por último, la competencia más dura: el Antojo Tolimense.

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Andrés Francisco inicia su labor como tamalero todos los miércoles a las cinco de la mañana, comprando en la plaza de la 21 todo lo necesario para preparar los tamales. Llega a las 7 de la mañana a su negocio, extrae todos los ingredientes de las bolsas y comienza a cocinar las carnes y el pollo en una olla grande con agua, una vez cocinados estos ingredientes, procede a colocar todo en un recipiente plástico. Viene luego el momento de sazonar: comino, pimienta, ajo y sal…

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Sobre las 8 de la mañana llegan las ayudantes al negocio. Una corta en rodajas las zanahorias, las cebollas largas y cabezonas, las papas, y pela las arvejas. Otra ayudante pone a hervir los huevos, los pela y los corta en pedazos. Arias se encarga del arroz. Cada tanda gasta cinco kilos y para que no se formen grumos se tiene que mezclar. También se deben separar las hojas de cachaco: esta hoja sirve como base del tamal. En otro lugar de la cocina se coloca la masa preparada, las presas de carne y pollo, un pedazo de zanahoria, dos rodajas de papas, la mitad de un huevo, se amarra el tamal con cabuya y para terminar se colocan en una olla los tamales, listos para dejarlos cocinar por dos horas.

Todo este proceso termina a las 3 de la tarde y a las 5 de la tarde se abren las puertas del Antojo Tolimense para que los clientes disfruten de un delicioso manjar.

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Poloche, oriundo del municipio de Coyaima, es un campesino que hace 25 años trabaja con la hoja de cachaco. Él se levanta los domingos, lunes y martes a las 6 de la mañana para encontrarse con sus 10 trabajadores. Poloche facilita a sus trabajadores la alimentación: desayuno, almuerzo; también el transporte, pues todos deben trasladarse hasta el cultivo. Una vez se planta el cachaco el proceso dura aproximadamente un año. Momento en que se pueden obtener los paquetes de hojas: frágiles, quebradizas. Luego hay que sazonarlas, doblarlas, trasladarlas en carretillas, empacarlas en costales para por último ser llevadas a la plaza de la 21 de la ciudad de Ibagué donde Arias y otros tamaleros las compran. Todo ocurre entre los días miércoles y jueves desde las cinco de la mañana hasta las cinco de la tarde.

           

El pasado 15 de septiembre, siendo las 6 de la tarde encontré a Andrés Francisco Arias decorando el Antojo Tolimense. Su novia, horas antes lo había llamado para que le apartara un lugar, comentándole que los estudiantes del Centro de Idiomas pensaban celebrar el día de Amor y Amistad destapando regalos y comiendo tamal. El local se adecuó con bombas rojas, un letrero con fondo blanco y letras grandes con el motivo de la celebración. A las 8 de la noche llegaron 18 estudiantes de los últimos niveles de inglés; cada uno con su regalo. Unos llegaron en moto, otros en bicicleta y otros más llegaron caminando. A las 8:30 de la noche inició todo: abrir los regalos, molestar un poco con la entrega de ellos, tomarse fotos y para terminar, un delicioso tamal del Antojo Tolimense, unos lo acompañaron con cerveza y otros con gaseosa.

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En un año, piensa Andrés Francisco, logrará que su tamalera sea reconocida a nivel regional por su sabor y calidad, Arias ya se encuentra trabajando en eso: ya tiene dos locales en el centro y amplió la venta de sus tamales a los restaurantes del sector.

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