top of page

¿Rincón o refugio?

Por: Jose Reinaldo Morera

​

​

         de diciembre de 2001, Argentina. Una muchedumbre salió a golpear cacerolas como un himno frente a la inconformidad por la reforma económica del “Corralito”. Esta medida del Estado argentino consistía en devaluar el peso e impedir a los ahorristas sacar su dinero del banco. El diario El País publicó quince años después que la medida incrementó a un 54% el índice de pobreza de aquel entonces [Cué, C., 2016].

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

Aldo Contardi es argentino. Las dificultades económicas de su país lo obligaron a emigrar a Colombia cuando tenía 32 años. Ahora existe una brizna de Argentina frente a la salida de maestros de la Universidad de Ibagué.

​

De azul celeste y blanco está teñida la fachada del Rincón Argentino. Hay un sol que completa la bandera pintado en lo más alto del mostrador. Unas cinco o seis fotos de la juventud de Aldo decoran la pared derecha de la entrada. La que más se destaca es un retrato del Caminito; una senda empedrada que se parece mucho a la Calle Tercera de Ibagué.

​

“Mirá pibe, el que fue a Argentina y no recorrió el Caminito, no puede atreverse a decir que conoce Argentina”, dice Aldo mientras tira una colilla de cigarro a la calle.

​

Otras curiosidades del lugar son el horno donde se cuecen las empanadas -sí, cocidas, no fritas- y el mostrador que exhibe a las empanadas con nombres exóticos: Humita, Capresse y Carne con aceitunas. Algunas empanadas aún no tienen el nombre definido o no volvieron a ser horneadas, como la empanada de espinaca con huevo duro, la última invención del lugar. Así se rompe la idea de lo que es una empanada en Ibagué. Qué digo Ibagué, Colombia. Y no crean que es un alago o una crítica ¿Acaso algún colombiano se imagina una empanada horneada, rellena de verduras, carne aliñada en exceso y especias?

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

Parece de ensueño la vida de Aldo en Ibagué, ya salió del Corralito, pero ¿por qué el señor Contardi no pudo llevar esta misma vida en Argentina? Los motivos se pueden resumir en dos: la situación económica de Argentina y el espíritu aventurero de nuestro protagonista.

​

Las manifestaciones argentinas de diciembre de 2001 sólo fueron la gota que rebosó el vaso. Todo disturbio tiene sus antecedentes y este los tuvo en 1983, cuando la dictadura Peronista cayó y se recuperó la “democracia” en Argentina. [Casco, J., 2014].

​

Para esta recuperación, fue necesario que el Fondo Monetario Internacional interviniera con préstamos. Los grandes imperios económicos del país, principalmente los bancos, tomaron el poder del Estado [BBC, 2006].

​

La dependencia de los créditos extranjeros hizo que el país redujera su producción industrial. Y como la plata prestada en algún momento se acaba y llega el momento de pagar; Argentina debió declararse en default -cesación de pagos por falta de dinero líquido-. Esto llevó a la implementación del Corralito para recolectar el dinero de pago. “Un atado de cebolla que te costaba 10 pesos cada día iba subiendo el precio. Hoy te costaba 10, mañana 20, pasado 40 hasta un punto donde se hacía imposible comprar comida” dice Aldo antes de hipnotizarse por las curvas de una ibaguereña.

​

Esa mirada de reojo me lleva al segundo punto, el espíritu aventurero de Aldo. El joven Contardi de 20 años deambuló como un mochilero. Probó las cinturas de América Latina para luego terminar la gira en su país. En los noventa, Aldo ya pasaba los 30 y un hijo de su primer matrimonio lo esperaba en casa. El ya señor Contardi decidió abandonar de nuevo su país para darle una mejor vida a su familia.

​

En Chía y Cali intentó montar varios negocios de comida, pues algo aprendió en unos cuantos cursos de cocina, además que su papá fue dueño de un restaurante. Estos proyectos en un inicio funcionaron bien, pero después de que los locales despegaron, el paisano con el que cofundó el local se adueñó de la parte de Aldo y lo dejó sin nada.

​

Tras pasar por varios oficios, Aldo llegó a ser vendedor de la Editorial Planeta. De los diez mil pesos que ganaba entonces, siete mil los giraba a Argentina para su hijo. Viviendo con tan solo tres mil pesos al mes, el señor Aldo empezó a fumar para calmar el hambre.

​

A pesar de todas las dificultades, Aldo Contardi no se desanimó y siguió adelante. Salía a bailar salsa en las noches de los fines de semana, pues el tango de su país no es que lo matara.

​

Otra de las pasiones de Aldo es el Racing, el equipo de futbol que lleva en el alma. “La hinchada del Racing es la más fiel del país. El equipo se fue a la quiebra, iban a rematar la sede oficial. Por eso, la hinchada formó una barricada y no la pudieron rematar. Esa noche se llenó el estadio, los seguidores cantaron durante 90 minutos como si fuera un partido… Yo, iba a estar en la juvenil del boca, pero mi madre no me dejó, prefirió que estudiara piano”.

​

De joven, Aldo también salió con muchas mujeres. Es más, su esposa lo conoció gracias a los comentarios que escuchaba de sus amigas. “De joven fui tan perro… Una vez conquisté una colombiana con un chiste estúpido. Ella llevaba un pantalón ajustado. Tenía un culo precioso. Por eso leí la marquilla, decía USE, y yo le dije: Esa marca ahí atrás es peligrosa…

​

Aldo reflexiona por un momento, como si hubiese cometido un error y luego continúa: …Si querés un día morirte de la risa, toreá a mi esposa con un comentario como ese”.  

​

Ella es ibaguereña. Conoció a Aldo porque sus amigas ya habían salido con él y ella no iba a ser la excepción. Se casaron, y de este matrimonio nació su segundo hijo. Él es su mayor orgullo, pues heredó su físico, el sentido del humor, su espíritu aventurero, sin contar que es egresado de la Universidad Javeriana en economía con honores.

​

Después de dos horas de entrevista Aldo termina su última cajetilla de cigarros. Lanza la última humarada con algo de nostalgia. La curiosidad me gana, por eso le pregunto:      

​

  • ¿Por qué fuma cigarrillos piel roja sin filtro?

  • Así me muero más rápido.

  • ¿Por qué quiere morir más rápido?

  • Porque así no soy un estorbo para mi familia y más adelante, dejo vivir a mis hijos en paz. Cuanto te volvés viejo sos alguien que no sirve para nada.   

​

Aldo ya va para los 66 años. Ese humo espeso de tabaco puro no demostraba desprecio a la vida; más bien era nostalgia por la posibilidad de vivir de nuevo un Corralito en Colombia. Lo sé porque el local, al igual que los aledaños, está vacío.

 

Referencias:

 

19

bottom of page