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Cómo lograr centrar una vida y no fracasar en el intento

Por: Cristian Camilo Osorio

   s el tercer encuentro en el que Hugo y yo logramos cruzarnos, pero aún así, sigue sin reconocerme a primera vista haciéndome pasar siempre por un cliente más de su restaurante Sakana Fusión.

 

Hugo se nota ansioso por hablar, parece que tiene una enciclopedia de ideas que quiere estructurar antes de iniciar la conversación, inicia con un esbozo de melancolía en su rostro al hablar de su niñez, añorando y evocando todo lo que fue.

“Nací en Jamundí Valle en el 90', mis padres se separaron cuando nací para luego volverse a unir cuando tenía 3 años, de Jamundí pasé a vivir a Pereira, de allí para Buga, luego Ibagué, después Cali, Buga nuevamente y por último Bogotá y fue allí donde me crié en la mayor parte de mi vida.”

  • ¿A qué se debía el cambiar tanto de ciudad?

  • Mi papá era comerciante y trabajaba con Cemex, mi familia tenía que sujetarse a lo que pedía la empresa y siempre enviaba a mi papá a ofrecer sus servicios a diferentes ciudades.

Mientras me explica qué hacía su padre en cada ciudad durante su niñez mira hacia el suelo, en busca de algo, reposa su espalda contra la silla en varias ocasiones antes de soltar un “no tengo amigos de infancia, sólo tengo uno y nos hablamos una vez al año y es mucho decir, se llama Daniel, lo conocí en Buga y fue porque ya estaba entrando en esa etap…”

 

Hugo se distrae saludando a uno de sus vecinos que se encuentra viviendo al lado de su restaurante, al percatarse que cortó su idea y a la vez la entrevista, se excusa, se sermonea levemente y continúa hablando:

“...ya estaba entrando yo a la etapa de la adolescencia y esta se caracterizó por ser la época de las travesuras y las cagadas, por lo tanto Daniel jugaba el papel de cómplice en todo lo que yo hacía”.

  • ¿Puede asegurar que tuvo una buena infancia pese a todos estos acontecimientos en su niñez?

  • ¡Totalmente!

Antes de toda esta travesía Hugo pasó los 6 primeros años de su vida cerca al campo, ya que sus abuelos tenían una finca donde, cuenta él, compartió y se acercó a la naturaleza y a la vida rural, a los animales de granja, a los olores y sonidos que al día de hoy recuerda con precisión de cronómetro y que lo han marcado al punto de fascinarse con situaciones específicas y la que más destaca entre ellas es el sonido del correr del agua.

-“Una de las cosas que más me gustan en la vida es escuchar el agua correr”- afirma Hugo mientras sonríe- “Es algo que me ha gustado toda la vida y sinceramente no sé por qué”.

En la actualidad le gusta ducharse varias veces al día ya que el agua es una de las cosas que más disfruta. En ese instante, mientras me habla sobre su notable fascinación por la naturaleza recuerdo un encuentro previo donde me contaba que admiraba el parque y los árboles que tiene frente a su restaurante, que no hay nada mejor que salir todos los días a la puerta de su negocio y encontrar tan magnificente paisaje en medio de una extendida red de edificios y casas que absorben tan inmenso panorama. Y es también en ese justo momento cuando doy crédito a su gusto por los elementos de la naturaleza que tanto lo han logrado cautivar gracias a una infancia, no sólo llena de múltiples viajes al interior del país, sino, permanentemente conectada con el campo.

“Vea yo he tomado leche cruda, he tomado directamente desde la ubre de la vaca, yo sé qué es agarrar con mis dos manos la espuma de la tina directamente y pasarla sobre mi rostro hasta comérmela, sé que es sentir el olor de la mierda de vaca y disfrutarlo”. Mientras Hugo narra sus seis años en contacto con el campo luce centrado, de rápido hablar y directo a proceder, no se desvía, ni se distrae, sino que se esfuma, como si lograse transportarse a ese momento entrañable de su vida, es como si retrocediera 22 años.

El contacto con las personas lo remonta a un fecha entre los seis y los diez años cuando logra evocar una anécdota donde entre diez compinches, de manera temeraria, logran comprar dos cervezas y beberlas entre ellos.

  • ¿Qué tal fue la experiencia?

  • Fue algo tan sano, tan inocente, recuerdo que todos nos mirábamos entre sí, en una mezcla de nerviosismo y curiosidad por probarla, la experiencia duró poco pero cuando terminó, quedó ahí. La vida era muy sana en aquel entonces.

Hugo cuenta que siempre se ha caracterizado por ser una persona muy distraída y que esto lo llevó a cursar 9° grado hasta tres veces. Para él, dicho acontecimiento representó un punto de quiebre en su familia y agradece la paciencia de sus padres al no haberse rendido con dichos contratiempos. “Fue difícil, nunca logré adaptarme, pasé por 4 colegios distintos en Bogotá desde 9° grado hasta 11, en ciertas instituciones no me daban la oportunidad de nada, analizaban mi situación y evidenciaban que yo no lograba responder en ningún aspecto académico.”

Luego de los infaustos dos primeros años cursando 9° y a manera de castigo fue enviado por sus padres a un colegio de doctrina cristiana donde ya se encontraba estudiando su hermano Giuliano que cursaba el grado 11.

  • ¿Logró aprobar el grado 9° en este colegio?

  • ¡Si! Allí lo cursé y lo pasé

Hugo se encontraba rodeado de prácticas religiosas muy marcadas, y cualquier comentario o chanza podría ser potencialmente perjudicial para su desempeño académico y disciplinario en dicha institución. “Era un colegio difícil, las personas de allí eran cristianos muy fanáticos, cualquier comentario era considerado un pecado - sonríe recordando - y yo sinceramente respeto a Dios pero no opto por ninguna religión, yo soy católico, apostólico, cristiano, etc. Usted me invita a una iglesia y yo no voy por estar en la iglesia, sino para escuchar la palabra, me gusta escucharla”.

Hugo, sin embargo, fue expulsado de esta institución a mitad de grado 10° debido a que una vez más no logró adaptarse. Pasó por un último colegio donde conoció a los que a día de hoy considera los amigos de su vida, aunque sólo duró dos meses en este. Luego entró a una institución de validación y logró culminar sus estudios de bachillerato, superando finalmente esta “tediosa parte de su vida” según él.

Ya graduado, Hugo contaba con cierta experiencia en la cocina, obteniéndola empíricamente mientras disfrutaba viendo a su mamá cocinar. “Los amigos” son las primeras palabras que responde al preguntarle sobre su vida después del bachillerato. “Asados, cocteles, tertulias y reuniones entre amigos” asegura mientras ojea su celular colocado en la mesa antes del inicio de la entrevista, parecía necesitar algo, buscar alguna respuesta y que encontraría en ese aparato.

Canadá fue uno de los paraderos de Hugo durante su vida, llego allí por un vínculo personal que lo motivó a realizar un intercambio de estudio para aprender inglés, y fue justo en este país donde tuvo su primer contacto con el sushi. “Me gustó, pero no me mató… estaba muy rico pero no me descuadró la cabeza, no fue algo que me cautivara”. Regresó a Colombia luego de 4 meses con la meta de entrar en la Fuerza Aérea pero no logró pasar las pruebas médicas debido a su nivel de colesterol pues podría representarle problemas cardíacos en el futuro.

Hugo baja su tono de voz, la velocidad de sus palabras decae con fuerza y se pierde por momentos en pensamientos que, logro asimilar, son recuerdos difíciles que logran aún tocar su vida. “Eso era lo que yo quería, para lo que me había proyectado hace mucho tiempo” - afirma cruzándose de brazos al instante.

  • ¿Qué hizo después de esto Hugo?

  • Fue difícil ya qu…

La entrevista es levemente interrumpida por Mary Eva, su esposa que con sutileza saluda a todos en la mesa pero con cierto pudor al percatarse de que sin proponérselo ha interrumpido la conversación. Ella se retira al interior del restaurante y pone en marcha el trabajo que en éste realiza.

  • Entonces fue un duro golpe, fue un impacto duro en mi vida

  • ¿Por qué tanto así?

  • Porque me rendí, lo pude haber intentado, una y otra, y otra, y otra vez, pero me rendí a la primera y fue ahí cuando mis esquemas mentales cambiaron

Me explica que se volvió más liberal y resalta que pudo haberlo logrado pero que, por falta de persistencia, no lo consiguió. “Creo que cuando uno se encuentra con una pared o una barrera hay que romperla, sé que lo pude haber logrado, estoy seguro”.

Este hecho en particular logró tocar y romper fibras en él.

Las universidades estaban a disposición de Hugo, no importaba cuál, lo que importaba era que ingresara a una pero él no lograba ubicarse en ninguna carrera hasta ese momento. Esto cambió cuando su padre se percató de su gusto por la cocina y le sugirió que realizase un curso que fuera de su agrado; acatando su sugerencia ingresó a un curso en la Universidad de la Sabana pero se dejó llevar por las seducciones de la vida social y la fiesta terminó imponiéndose a las responsabilidades. Luego ingresó al Instituto Académico Verde Oliva en Bogotá donde consiguió graduarse en el año 2011 como técnico en Cocina Internacional.

  • Hugo… ¿su esposa, cuándo llega a su vida?

  • Llegué a Girardot con una amiga, esto sucedió en el año 2012, terminé en una de las discotecas de la ciudad, por cosa de los tragos mi acompañante a mitad de la noche se enojó y decidió no bailar más, pero como yo soy…

  • ¿Indiferente?

  • Sí, tomé una botella de ron y decidí caminar por el lugar hasta que encontré un grupo de mujeres bailando solas como bobas mientras bebían Red Bull con agua - sonríe mientras presume la historia de la noche

Mary Eva, sale a bailar con él durante el resto de la velada, anotan mutuamente el pin de sus celulares y parten de Girardot con la coincidencia de vivir en la misma ciudad. Al llegar, Hugo le avisa que llegó sano y salvo a su casa con la intención de quedar como todo un “matador”, dice él mientras ríe a carcajadas al recordar la situación.

La conversación se corta nuevamente, esta vez se distrae al contarme una historia sobre un cliente exasperante que le preguntaba constantemente si era el dueño del restaurante. A estas alturas ya no me extrañaba ninguna de sus distracciones, conseguía divagar fácilmente con cualquier suceso que le pasara por la cabeza, su peculiar descuido definía parte de él, de su imaginario mundo, de su mente creativa.

Continúa con la historia, su narración decae y se enfoca en su celular, parece nervioso, un tanto afectado por lo que está recibiendo; se excusa y continúa, balbucea un par de veces para volverse a excusar y suelta:

  • La invité a salir 8 días después y me canceló

  • ¿Sabe por qué?

  • No, todavía no se - afirma con asombro - aún no tengo idea…

Me cuenta que hizo una reserva al día siguiente pero que Mary Eva decidió no ir al restaurante, sino que, para su sorpresa ella manifestó el deseo de ir al cine por razones que el desconocía en ese momento. A partir de este punto la primera cita se transformó en algo completamente distinto para él. “¿Una primera cita en un cine? ¿A quién se le ocurre eso? Lo peor fue la película ya que al preguntarle decidió ver Actividad Paranormal… ¡no marica! Me enojé bastante”.

La comida, en la vida de Hugo, es un elemento determinante para su felicidad, aquella noche decidió ordenar bastante comida para acompañar la tediosa película. Narra que notó la incomodidad por parte de Mary Eva debido a todos los alimentos que llevaba consigo. Una vez más se pierde entre recuerdos. Es como si se hubiese desconectado instantáneamente, como si viviera a flor de piel cada una de las cosas que cuenta antes de volver a ubicarse, excusarse como es costumbre, agregar muletillas a sus frases, para retomar su idea y continuar.

  • No veía el momento en que se acabara la cita, quería salir de ahí y al finalizar la película la invité a comer algo

  • ¿Qué contestó?

  • Lo primero que hizo fue mirarme con cara de este hijueputa si come - ríe inmediatamente al recordar la expresión - y después le entregué un ramo de flores que tenía en el carro y con esto la maté

  • ¿Le gustaron?

  • Totalmente, tanto así que aceptó mi invitación pero sólo para tomar algo.

Fueron a un bar cercano donde él recuerda pasó una de las cosas más notables de esa noche. La  experiencia en la infancia de Hugo con las cervezas no fue de su agrado y por ello esta bebida no era su favorita, así que decidió tomar un coctel, mientras que su acompañante ordenaba una jarra de cerveza a rebosar con una copa de tequila en medio. “Esta ordinaria… que yo amo, pero esta ordinaria ¿pide eso? Yo crucé mi pierna y pedí un Cosmopolitan, el uno pal otro definitivamente, de hecho la mesera se equivocó de orden e invirtió los pedidos y eso fue lo que hizo amena la noche entre risas y chanzas”.

En este punto Hugo se centra, no se distrae más, se mete en la historia como si estuviese narrándosela así mismo, da saltos bruscos en su historia y frena en una pregunta que recuerda con humor.

  • Ella un día me preguntó si yo tenía negocios ilícitos, porque a mí me gustaba gastar dinero y además mi carro duró 2 meses en el taller por unos arreglos y siempre distintos familiares y amigos me prestaban sus carros

  • ¿Mary Eva pensó que usted era un delincuente?

  • Sí - responde con indignación - si le hubiera dicho que sí me hubiera dejado… o a lo mejor me hubiera empezado a pedir - suelta antes de carcajear

Tres años y medio duraron juntos de manera informal en Bogotá antes de que un familiar cercano lo invitara a Ibagué a trabajar, accedió a la invitación y se radicó en la ciudad. Una semana después su actual esposa consiguió un trabajo que la obligó a vivir en la capital musical, hecho que no le agradó del todo a Hugo, ya que buscaba cierta independencia y al ubicarla a ella cerca sentía que no iba a poder disfrutar de esta.

Servicios, pagos, deudas, un apartamento y a los 8 meses de convivencia juntos decidieron casarse por lo civil completando ya dos años viviendo bajo el mismo techo. En este punto se percibe el cambio en la vida de Hugo, sus distracciones encuentran un punto central junto al contraste de ideas, de principios, de cambiar una fiesta por una cena, de derrochar dinero a invertirlo en su hogar, de organizar sus metas y dejar de divagar, y con esto en mano logra formar junto a su esposa el  proyecto Sakana Fusión, un reconocido restaurante, pese a su poco tiempo funcionando en la ciudad; un negocio creado por dos pensando en un tercer miembro…su futuro hijo que cumple ya 5 meses de gestación, una prioridad que seguramente hará que nuestro protagonista siga creciendo como persona, empresario y futuro padre.

“Quería comprarme una bicicleta, pero prefiero comprar un coche, ¿Por qué? ¡Porque hay prioridades!

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