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San Pedro,el enviado de Dios

Por: Valeria Prada Cardoso

En el municipio del El Espinal, Tolima, exactamente el barrio Futuro en la manzana L casa 5, se encuentra una vivienda de apariencia oscura, de rejas negras, con un garaje lleno de esculturas de diferentes personajes mitológicos, como matachines, la lavandera, el mohán, también trajes típicos de la región y sus tradiciones como los tamales y las artesanías.

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 La casa a simple vista se ve fría, al entrar, en todo el rededor de la sala, se encuentran sillas mecedoras hechas en madera y en una mesa de color café un poco antigua se encuentran instrumentos y una que otra de sus  obras artesanales como la gallina, la marrana y el ukelele que son los más apetecidos por las personas, sin dejar de lado la flauta y la mini tambora que es hecha de la misma forma de la gran Tambora de El Espinal, que da la bienvenida a la mayoría de turistas.

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Sus pisos de color rojo un poco desgastados, que conducen a un cuarto hecho en bahareque y algunas tejas de zinc. En este lugar es donde Augusto Cervera Castañeda se acuesta una que otra tarde a pensar en ideas un poco sueltas y locas para plasmarlas aprovechando su gran habilidad con las manos.

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Es un hombre alto, delgado, con barba blanca y larga, de manos grandes y gruesas, lo más característico de Augusto es su calvicie, todos estos rasgos hacen referencia al apóstol San Pedro, personaje que ha representado durante más de 36 años, interrumpidos, en las fiestas de El Espinal. En sus inicios Cervera usaba barba postiza, ya que empezó muy joven, al pasar los años se fue dejando crecer la barba hasta el día de hoy, ya es totalmente blanca, poblada tal y como era la de su padre quien también interpretó el mismo personaje.

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Su padre Gustavo Cervera antes de fallecer le pidió el favor a Augusto de seguir con el legado, que él había realizado durante 6 años cada junio y julio de fiestas en El Espinal, Augusto aceptó seguir con la tradición. Nunca tuvo que ir la Alcaldía a decir yo lo quiero hacer, el alcalde se lo encontró de frente y le dijo “su papá hacía de San Pedro, entonces es bueno que lo siga haciendo”, desde ese día sale cada 30 de junio, al inicio de las fiestas de San Pedro.

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Cada 1 y 2 de julio abre las fiestas con las llaves de El Espinal, que son las mismas llaves que tenía San Pedro el apóstol para abrir el cielo, Augusto Cervera sale por las calles y carreras con su traje, confeccionado por el mismo, de túnica verde, atravesado por dos bandas una verde y otra amarilla, que hacen referencia a la bandera del segundo municipio más grande del departamento del Tolima, en algunas ocasiones utiliza poncho y raboegallo de color rojo dándole vida y ambiente a una de las fiestas más representativas de la región tolimense.

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¡San Pedro! Gritan las personas en el desfile, pidiendo fotos o simplemente la mano. En algunas ocasiones es llamado payaso, esto a él no lo afecta porque sabe la acogida que ha tenido durante 36 años, “mientras usted sabe lo que está haciendo todo se torna alrededor suyo como maravilloso, es la base principal para eso”.

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Anualmente el desfile náutico empieza a las 10 am, durante las 2 horas del recorrido Augusto, saluda, ríe, dando alegría y generando curiosidad a los turistas. Además de la gran personalidad que se debe tener para ejemplificar este personaje, debe tomar riesgos como navegar en una balsa por el río Magdalena, entre el municipio de Suarez y el malecón La Caimanera, en El Espinal, en donde la compañía de los campesinos balseros es infaltable, junto a las bandas papayeras.

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La Caja de Compensación Familiar del Sur del Tolima (CAFASUR) cada año saca una embarcación con capacidad para aproximadamente 150 personas donde venden lechona, papas, mango, gaseosa y cerveza para ir celebrando al ritmo de las tradiciones espinalunas, en este lugar hacen presencia las candidatas de cada región del país mostrando la simpatía, alegría y sabor característico de su región, bailan, gritan, celebran, ríen, disfrutan cada segundo del recorrido sin queja alguna.

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Augusto Cervera cuenta que “una vez me hicieron una balsa muy pequeña y nos cogió un remolino, menos mal me crie en las orillas del río Magdalena. Había tenido relación con muchos balseros. Yo sabía cómo manejar eso, entonces la balsa llegó y se paró en punta, yo me cogí duro y la balsa salió o sino no les estaría contando esta historia”.

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El maestro como es llamado por muchos creció en la montaña en el de municipio de Purificación-Tolima, llega a El Espinal crece y comienza a surgir en su vida en medio de la brutalidad una cantidad de ideas e ideas desde niño, eso lo hace cometer una cantidad de errores. Cervera solo estudió hasta tercero de primaria porque le mamaba gallo hasta un elefante, era indisciplinado, pero lo que si tenía era una mente. A la de edad de 15 o 16 años, dice Cervera, “mi papá me decía usted es un genio, que sin estudio puede, pero estudie”. Cogió un diccionario lo paso todo en 82 cuadernos, “yo termine se lo pase a mi papá y le dije acabo de recibir el título de literatura”.

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 En su juventud fue boxeador, estuvo en 3 campeonatos nacionales en Pereira, “fui medalla de bronce y en otra medalla de plata”. Dejó de participar en campeonatos e incursiono en la música, empezó a trabajar, en medio de eso pasaron cosas escabrosas como el vicio, “fui vicioso, marihuanero, bazuquero, periquero en medio de la música. Afortunadamente me empezó a ir bien empecé a componer que es lo que me hace el mayor reconocimiento en el área nacional como compositor de música colombiana”, recibió mucha acogida con el Dueto Acosta y Cervera, también estuvo un tiempo con Silva y Villalba, los problemas económicos le impidieron seguir con esta carrera.

 

a sus 30 años ya había dejado las drogas, no quería volver a saber de ellas, había dado un paso nuevo en su vida, hasta el día que un amigo se le cruzó en el camino, insinuándole que probara de nuevo, “yo no jodo con eso, no quiero saber nada de eso”. Logró convencerlo de ir a fumar “pipazo”, Cervera se deja seducir para mostrar su hombría, prende el porro y cae pasmado en el suelo siente como su cuerpo se eleva a 15 metros de distancia, su amigo susurraba que durmiera que el lo despertaba.

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El maestro manifiesta “yo salgo y recorro todo el mundo, me elevo me meto en el túnel, allá al otro lado del túnel una luz diminuta detrás de esa luz y se iba agradando yo quería llegar allá y atravesé el túnel, cuando llegué a la boca del túnel, vi a Dios, es algo muy maravilloso, ningún ser humano con toda la capacidad filosófica literaria tiene para describir la divinidad. Dios me dice yo soy Dios y aquí vendrán todos los seres vivientes y de aquí no vuelven a salir nunca, aquí va a venir usted, pero no es su momento, devuélvase y vaya y le dice a la humanidad quien soy”.

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Después de todos estos sucesos opto por empezar a escribir 3 libros como El demonio del cielo, “el nombre del libro es subjetivo acapara las mentes de todas las personas”, es el que tiene conexión con el personaje de San Pedro porque describe cómo fue su vida, “soy buscador de la realidad entonces desde muy niño he estado haciendo eso descubriendo la vida, descubriendo la humanidad dándome cuenta de la mierda que somos nosotros”. Habla también de esos cambios que ha tenido en la vida. Augusto cuenta “es una metamorfosis así entre comillas pero que ha formado mi vida en medio del vicio de ese tipo de cosas, no he hecho cosas malas me han sobrado miles de propuestas malas, pero siempre he escogido, la vida de artista, yo me defino como un loco cuerdo enamorado de la mentira vivo y hago con el corazón la verdad yo en ese libro plasmo ese tipo de cosas”.

 

Mitología, labores y costumbres es otra de sus obras que describe la cultura, tradiciones y las actividades típicas de la región, realizó una obra artesanal como complemento del libro, hecha de barro, con diversidad de colores en su pintura donde muestra la lechona, las cotizas, la pesca, los tamales, los instrumentos típicos del Tolima, el mohán, el pájaro silbador y el baile del San Pedro. En el último libro aún le queda por escribir, faltan muchos detalles, titulado Herederos de la muerte, define como son los cambios que tendrá el mundo.

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“Admiro las personas que se esmeran por conocer las raíces y la cultura, todo este tipo de cosas me han hecho un loco”. Su admiración por el arte lo ha llevado a elaborar distintos instrumentos significativos de la región. Por otro lado, se ha dedicado a preparar reinas en lo cultural, enseñándoles y mostrándoles acerca de cómo y quién fue el creador de cada una de las tradiciones que hay en El Espinal.

 

Con seis hijos, Augusto logró que uno de ellos siguiera el legado de representar a San Pedro cada año, este es Oscar Cervera, su apariencia física, la calvicie, su altura y barba hacen que este empresario decida no dejar perder la dinastía que ha tenido la familia Cervera por muchos años a nivel municipal y nacional siendo reconocidos por ser unos grandes artistas.  “Vea hijo vea todo lo que usted se proponga lo va a hacer porque usted no es un hombre común y corriente usted es diferente a muchos todo lo que usted quiera hacer con sus manos usted lo hace y a raíz de eso empecé hacer muchas cosas yo soy prodigioso con las manos”.

 

Antes de morir su padre Gustavo, Augusto había prometido dejar en alto su nombre, por medio de un monumento, aunque no pudo en vida otorgarle esa satisfacción, no se quedó con las ganas de cumplir su promesa. Empezó a “cranearse” el  monumento y “una noche soñé con mi papá en un parque sentado en un parque yo iba en una bicicleta y me fui para donde él y le dije que hace acá y me dijo mijo vine acá porque usted me necesita entonces yo le dije si quiero hacer el monumento que le prometí, entonces yo le dibuje lo que quería hacer y él me dijo no mijo eso así como usted lo quiere hacer es maravilloso y seria la verraquera pero no lo haga así hágalo”.

 

Entonces de ahí nació la idea, el maestro Cervera logró el 7 de abril de 1990, durante el gobierno del alcalde Lisandro Enrique Orjuela Reyes, hacer realidad esta bella obra con ayuda de su hermano el Ingeniero Adán Cervera. La Tambora se  encuentra ubicada en la intersección de las carreteras al occidente y al sur del país, como guardián celoso de la tradición musical del Tolima.

 

“Yo sé cuándo me voy a morir, ya no me falta nada, yo no duro mucho, la muerte es lo más bello que dios le puede dar a uno, hago un paralelo de la vida y de la muerte” y así termina la historia de San Pedro el enviado de Dios.

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