top of page

El arte de cortar, coser y decorar la cultura del folclor

Por: Manuela Botero López

Desde hace 30 años la casa de Carmenza Camacho es reconocida como una de las mejores casas de alquiler y confección de trajes típicos en Ibagué. Tres meses antes de que empiecen las fiestas del folclor Carmenza mueve los muebles de su sala, guarda el gran piano de madera y acomoda un escritorio lleno de libros y fotos en un costado de la habitación donde suele atender a sus clientes y hacer los diseños de los trajes. Todas las paredes de la sala tienen colgados los afiches oficiales del Festival Folclórico de cada año y Carmenza exhibe más de cien vestidos, faldas, blusas y pantalones típicos en enormes percheros alrededor de la habitación, pero lo más llamativo del lugar son las vitrinas de cristal que están llenas de cintas de colores, coronas y tocados, arandelas, encajes de todos los tamaños, pinturas para tela, escarcha, las flores hechas a mano y herramientas básicas como tijeras, bastidores, hilos y agujas de costura. 

​

​

​

​

 

Al fondo de la sala hay un cuarto con puerta de madera que funciona como “la bodega de los trajes”, es un cuartico oscuro atiborrado de faldas, sombreros y vestidos, hay tantos trajes que da la sensación de que al más mínimo movimiento todo se va a venir al suelo y uno se va a encontrar perdido en un mar de faldas y colores. Y como no puede faltar en cualquier casa de confección de trajes, hay dos maniquíes asomados en el balcón de la sala vestidos con toda la indumentaria típica de la región. 

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

Esta particular casa ubicada en la calle 5ª en el barrio La Sofía, en Ibagué, no es por completo el taller de Carmenza, dos cuadras más debajo de su casa está el verdadero taller de costura. Cuenta con máquinas de coser, fileteadoras, cajas con cintas, encajes, y muchos hilos de varios colores. Este es uno de los lugares de trabajo de sus 2 cuñadas, sus modistas que son las que confeccionan todos los trajes, Carmenza tiene inclinación hacia el diseño, cuenta además con otras tres “modistas satélites” que le ayudan fuera del taller cuando se ve muy acosada las entregas.

​

Elaborar los diseños y confeccionar los trajes no tan sencillo como prender una máquina, cortar la tela y coser las cintas. Carmenza, ha tenido que leer gran cantidad de literatura folclórica, letras de las canciones típicas, las coreografías paso a paso de las danzas y las tradiciones campesinas. “Es importante conocer los pasos que dan los bailarines, porque así puedo saber los metros de tela que necesita la falda para que acompañe con fluidez los movimientos y la danza se vea llamativa y cumpla con los parámetros que exigen los jueces, por ejemplo, la falda de la mujer no puede cubrir del todo los pies porque entonces los jueces no pueden ver si hacen los pasos correctamente y esto les baja puntos” comenta Carmenza. 

​

​

​

​

​

Estos trajes están cargados de tradiciones y homenajes a los campesinos, folclorólogos y personajes icónicos de folclor colombiano, el detalle que más llamó mi atención, es la cinta negra que va cosida en el borde de la enagua blanca que va bajo la falda, esta cinta es en homenaje a Inés Rojas Luna profesora e investigadora del folclor que nació en Armero el 8 de octubre de 1920, conocida por su ternura, inteligencia y capacidad de enseñanza en los aspectos de civismo, cultura, arte y educación folclórica. La cinta negra conmemora  su trabajo y su muerte en la tragedia de 1985. Carmenza vive apasionada por el folclor y hace los trajes con entrega y dedicación para no olvidar ni un detalle, cada uno de ellos tiene una intención especial, “los colores tienen un significado y este se remonta a la historia de los campesinos de las diferentes regiones, y el color de los trajes cambia dependiendo la región a la que se vaya a representar, todo tiene un por qué, nada está puesto porqué si, y esto es lo que le da esencia y belleza a los trajes” cuenta Carmenza. 

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

El primer paso para realizar los trajes típicos es saber muy bien la región a la que se va a representar y el baile que se va a interpretar con él, Carmenza toma las medidas de la persona para saber con exactitud cuanta tela debe comprar para realizar cada pieza “por lo general si es una persona adulta se van entre 12 y 14 metros de tela para la falda, metro y veinte para la blusa y sesenta centímetros para el bombacho o la enagua” explica Carmenza. Luego de esto la tela se acomoda sobre una mesa que facilite el trabajo y se empieza a cortar, se cortan las randas de la falda y las arandelas, esto debe hacerse con mucha precisión, a veces dispone de máquinas cortadoras y en otras ocasiones las modistas lo hacen a mano; el número de randas de la falda es de acuerdo con la región, todas las culturas y tradiciones son diferentes y se debe tener precisión para representarlas perfectamente. Luego de tener las randas cortadas, las piezas para el bombacho, la enagua y la blusa Carmenza diseña, escoge la gama de colores propicia y escoge las cintas. “Hay veces en que las candidatas y bailarines pueden escoger el número de cintas que quieren que lleve la falda, el traje del Tolima puede llevar hasta nueve cintas” comenta. Luego la parte que toma más tiempo, entre 3 y 5 días dura la confección de cada traje, cinta por cinta se pegan a la randa y se pasan por la máquina de coser, debe ser preciso para que quepan todas las cintas y  queden derechas y se vean las randas uniformes, se hace lo mismo en las mangas y el cuello de las blusas, los colores entre la falda y la blusa deben combinar para crear armonía entre ellos, una vez que las cintas son cosidas a la falda, se debe bordear las randas con encaje, el más común es de color blanco. 

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

El bombacho es un tipo de pantalón o calzoneta que va debajo de la enagua, una vez que ya se tiene cortado y armado, la modista debe coser por los bordes inferiores encaje pasa cinta en negro, “a veces los clientes piden que no se le ponga el encaje pasa cinta en negro, y está bien, al fin y al cabo cada cliente puede escoger los detalles de sus trajes, pero es tradición y a los jueces les gusta ver los trajes típicos tal y como deben ser,  otro ejemplo, es que antes las cintas y encajes no podían pasar de tener un grosor de dos dedos, pero ahora les están poniendo unos que son como cuatro dedos de ancho, rompieron los esquemas” cuenta Carmenza mientras enseña los encajes pasa cintas. 

​

​

​

​

​

Luego de pegar cintas y coserlas en todas las randas, las faldas ya están listas para ser armadas y agregarle los últimos detalles.

​

Una falda rosada que estaba sobre la mesa llamó mi atención, tenía bastantes flores que la decoraban, Carmenza señala que son hechas por su cuñada, que tiene una parte del taller de costura instalado en el Barrio Especial El Salado, la falda era del Huila y las flores tenían escarcha y estaban pintadas y decoradas a mano. “En este momento ella se está encargando de las flores para las faldas del Huila que tenemos que confeccionar, luego me las trae hasta aquí y las cosemos a las faldas” explica la diseñadora. Pero no se puede dar por terminada la confección hasta que no se diseñen y se elaboren los tocados y sombreros, son el toque final. Y para ello Carmenza emplea peinetas y sombreros típicos del Tolima, les pega cintas y flores que vayan acorde con los colores del traje y listo, son la cereza del pastel, el complemento indispensable que debe tener cada pieza típica del folclor colombiano. 

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

La habilidad, la precisión y la cultura son claves para que el Festival Folclórico Colombiano salga como se tiene previsto, perfecto y maravilloso. Esta diseñadora y sus modistas son las que llenan las calles de la ciudad con los movimientos ondeantes de las faldas, los colores llamativos, las diferentes regiones todas reunidas en un solo lugar, tradición y cultura que se debe conservar e inculcar en los niños y jóvenes para que no se pierda la historia de una región y para que el folclor pueda seguir llenando de alegría a todos, como lo hizo en 1959 cuando la violencia estaba a tope y la sociedad fracturada, en otras palabras, para que la pena se haga buena.

​

​

​

​

​

​

El arte de cortar -
00:00
El arte de coser -
00:00
El arte de decorar -
00:00
bottom of page