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EL AYER Y EL HOY DEL CINE TOLIMENSE

 

Crónica-Cinemas

 

 

Por: Sofía del pilar Ariza Díaz

A continuación, en este archivo se va a dar a conocer lo que fue antiguamente los cinemas de la ciudad de Ibagué que se verá reflejado en los diferentes géneros periodísticos.

Una de las salas más importantes que existieron en la ciudad de Ibagué, que hoy en día es un edificio que está conformado la conocida marca de café más exquisita de Colombia, un parqueadero y oficinas del poder judicial. Para Jaime Valderrama Laverde el famoso “Condorito” recuerda hace 50 años como era el cine “Metropol”. El teatro presentaba las mejores películas que se daban en el país, escuchando atenta lo que dijo, recuerdo la época del colegio, cuando se realizaban actividades lúdicas las cuales incluían asistir a ver una función de dibujos animados. Era muy concurrido el teatro, contaba con una sala de tres niveles y su capacidad aproximadamente era de 850 personas. Condorito tiene el gusto de decir que era el mejor teatro en Ibagué, ha estado 45 años en el negocio de los dulces al frente del reconocido “Metropol”, en la cual le ha beneficiado mucho a sus 53 años de vida. Las funciones eran diferentes, en las mañanas presentaba películas infantiles y los fines de semana había un especial para niños llamado “Matiné”, pero a partir de las 6:00 de la tarde hasta las 10:00 de la noche los adultos disfrutaban de las películas más recientes que llegaban a la ciudad. Quede sorprendida por el precio de la entrada ya que valía 100 pesos. Ha cambiado totalmente el centro de la ciudad, con nostalgia rememoró  Jaime y al saber que hace aproximadamente 12 años se había acabado el cine preferido de muchos ibaguereños. 

El calor seguía aumentando y debía seguir con el recorrido. A  las 4:00 de la tarde mire el reloj en mi brazo izquierdo, estando en el centro de la capital musical de Colombia, entro por un pequeño pasaje que no es muy frecuentado por los habitantes. Situado en el segundo piso del centro comercial “Pasaje Real” el cinema real es evocado por Doña Armila. ¡El cinema Real! , exclamó con alegría, al contar que todas las semanas iba al cine ya que trabajaba y vivía cerca del centro. Lo que más le gustaba era que había una cafetería dentro del teatro donde vendían unas hamburguesas deliciosas, tan solo me hizo olvidar el calor y pensar en la recompensa que venía después de terminar la tarde. Lo que más me llamó la atención era la variedad de películas que presentaba y los jueves que eran 2 por 1, atraía al público con esta oferta. “Es muy triste que se haya acabado los cines en Ibagué” dijo Armila, que todavía sigue esperando un cinema que edifiquen en el centro de la ciudad. Mientras subía al segundo piso y miraba fijamente escalón por escalón, recapitule el día que mi vecina me invito a este pequeño cine, en el 2006 para el mes de diciembre, Cinema Real invitaba a los niños a ver una función infantil con su respectivo refrigerio, ese fue el primer y último día que escuche sobre el Cinema Real. Me deje llevar por el recuerdo y ya no sentía la baranda que me sostenía al subir las escaleras, estaba justo al frente del lugar. Al acercar mi cara al vidrio se veía dos puertas grandes por donde ingresaba a las salas y al lado la taquilla, llenos de escombros, empolvados y con aviso gigante que dice “se arrienda”. Nadie ha tomado posesión que fue el ayer de los tolimenses.

 

Salí del pasaje comercial y seguí caminando hasta llegar un parqueadero, mire mi reloj y eran las 4:30 de la tarde, continuaba el sol penetrante por el lado izquierdo de la calle, así que crucé y quede al frente de una panadería. Pregunte a un señor que vendía dulces y minutos si sabía alguna información del último dato que necesitaba para completar la crónica. El señor Alexander Jaramillo Arias el dueño de la panadería, hace 50 años todavía existía el teatro “Imperial”. Fue uno de los primeros teatros construidos que hubo en la ciudad de Ibagué, empieza Alexander. Cuando era pequeño la primera película que vio fue la ley del monte de Vicente Fernández. Estaba conformado por dos niveles, por dentro las sillas eran cuero de color rojo y tenía un estilo clásico. Tras al acabarse el teatro, el dueño que ahora es administrador del parqueadero “El imperial” decidió conservar las maquinas, porque es amante del cine. Casi a las 5:30 de la tarde me ofreció un café acompañado con una almojábana caliente para acabar de completar la calurosa tarde. 

Al pasar otra vez al último cine de mi infancia me puse a pensar la importancia de los cines que marcó en la ciudad de Ibagué, les había llegado el tiempo de su partida por causa de la gran influencia tecnológica que aborreció las costumbres de los ibaguereños que estaba impuesta por varios años. 

 

 

 

 

 

 

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