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 EL MONOPOLIO DE LOS TEATROS EN IBAGUÉ

Crónica-Cinemas

 

Por: Laura Arboleda

 

Aunque el centro de toda ciudad era antiguamente toda la ciudad, que poco a poco se fue expandiendo hacia afuera, para mí, el centro es un mundo totalmente diferente, donde todo, absolutamente todo se puede encontrar.

Así que fuimos en busca de información, ya que había escuchado hablar de los antiguos teatro de la ciudad y la verdad a la edad que fui mi memoria no alcanza a recordarlo. Tengo un vago recuerdo de mi mamá diciéndome que me sentara con las piernas sobre la silla por si pasaba alguna rata.

Lo que si recuerdo bien es que muchas veces le había escuchado la historia a mi mamá de su ex novio dueño de un antiguo cine, pero en realidad nunca me había detenido a preguntarle bien acerca de esto. “El teatro sólo tenía una sala únicamente” me dijo, y en ese memento comprendí porque razón era que había tantos cinemas antes. “No vendían maíz pira, tenían dos palcos, uno a la izquierda y otro a la derecha” continuó, en ese momento sólo pude pensar que entonces la idea de comer crispetas que venden a precios exagerados, era una idea gringa, igualmente me comentó que los palcos eran más arriba de las demás sillas, como una especie de balconcitos, y que en estas por lo general entraban los conocidos de la familia dueña del cine.

Pero lo que ella me contaba no cuadraba con lo que me había dicho el famoso del Metropol, Diomedes Poveda. Encontrarlo fue una especia de odisea, mis amigas y yo, habíamos ido un martes en la tarde al centro en busca de información acerca de estos teatros, al llegar al Metropol, que hoy en día es un parqueadero con un edificio arriba, nos dijeron que si existía una persona que se conocía toda esa historia ya que había trabajado allí en esa época, y aún lo seguía haciendo, pero que su turno iniciaba las 7pm y apenas eran las 3pm.

Apenas empezaba nuestro recorrido por el centro, así que salimos en busca de más información.

Algo curioso es que en las calles donde quedaban los teatros antiguamente, continúan los diferentes tipos de negocios con el mismo nombre, sea en restaurantes, papelerías, tiendas o parqueaderos.

Por esta razón fue que reconocimos donde quedaba en antiguo teatro Imperial, al frente había un señor de edad con un puesto de dulces, Gustavo Hernández, nos acercamos a él en busca de información, la verdad fue poco lo que nos dijo, tampoco tenía la disposición de hacerlo, pero nos dio un dato importante, “este se llamaba el teatro Imperial, CineColombia, que todavía es los mismos dueños, el señor Ramírez, de los Ramírez” este dato me causo curiosidad, por lo que le pregunte que como se llamaba el señor Ramírez para así poder obtener mayor información, pero con una actitud parca me respondió que aunque supiera no me diría, que simplemente era el señor Ramírez.

De toda la tarde ese fue el momento más extraño de todos, pues al pasar la calle para ir al parqueadero que ahora queda donde antiguamente era el teatro, se acercó a Gustavo Hernández un hombre de no más de cincuenta años a preguntarle con un tono serio y un poco molesto “¿qué querían esas niñas?” yo lo escuche a lo lejos y se lo comenté a mis compañeras pero ya no alcanzábamos a escuchar, fue algo incómodo así que nos fuimos.

Nunca se me había ocurrido pensar que los antiguos dueños de los cinemas continuaran en el negocio del cine, aunque más adelante nos dijeron que esto era falso.

Al pasar por el centro comercial el Pasaje Real, las niñas con las que iba entraron aún almacén, Miami Express, yo no me había percatado que era ese, pues el dueño es un amigo de la familia, que justamente se encontraba ahí en ese momento. Oscar Rubio, su propietario nos dijo que lo que nos había dicho anteriormente el vendedor Gustavo Hernández era mentira, pues los dueños de CineColombia no tenían nada que ver con el antiguo teatro Imperial, pero que si era del famoso señor Ramírez, que es actualmente el dueño de la joyería Imperial, así que decidimos ir allá, pero al llegar nos enteramos que el señor Ramírez vivía hace muchos años en Estados Unidos, después nos enteramos por otra fuente que era exactamente en Miami.

Ya se estaba acabando la tarde y habíamos caminado casi todo el centro de la ciudad de Ibagué, íbamos en busca de información acerca de un teatro llamado Nelly. En el camino decidimos preguntarle a unos señores que estaban parados en una esquina, uno era un lotero, William Polo, el otro se llamaba Josep Campos y el tercero al vernos llegar se retiró. Hablar con ellos fue mucho más ameno que con los anteriores, ellos no tenían pena y nos hicieron conversación como si nos conociéramos de toda la vida.

William Polo nos dijo que el teatro Nelly era muy popular porque en este presentaban películas para adultos los jueves, y con una risa picara decía que las primeras en hacer la fila eran las mujeres, pero esto igualmente fue desmentido por un vendedor de aparatos electrónicos de un centro comercial ubicado frente a la locación del antiguo teatro Nelly.

Recorrimos la zona en busca de un teatro el cual nadie conocía, llamado en teatro Torres, y nos enteramos de esto ya que mientras esperábamos a las otras dos compañeras para iniciar el recorrido, mi amiga Laura Feria me dijo que nunca me había visto comiéndome una empanada, que ella me iba a gastar una y que me la tenía que comer toda. Mientras comíamos ella me dijo “bebe mira, ¿cuál es ese teatro Torres?” así que iniciamos preguntando por este, pero de todas las personas con las que hablamos sólo un señor, ya muy anciano, que se encontraba en un billar con sus amigos, nos dijo que ese teatro si existió, pero que él no tenía más de diez años por lo cual no podía recordarlo, en su mente solo quedaba el recuerdo de que si existió.

Las otras niñas debían ir a la universidad a una conferencia y Laura y yo no queríamos esperar en el centro hasta la siete para hablar con el famosísimo Diomedes Poveda, así que fuimos a casa, comimos algo, si después de esa empanada comimos más y salimos, esta vez en el carro. Al llegar parqueamos en el parqueadero que mi mamá me había dicho que llevaba allí toda la vida, pero se le olvidó mencionarme que era el parqueadero de Cristóbal Rivera, otro amigo de la familia.

Eran las 7 de la noche cuando llegamos en búsqueda de Diomedes, queríamos hablar con el de una vez, pero nos dijo que si por favor volvíamos a las 8, que lo habíamos cogido en plena hora pico de trabajo, y como ese era un día no de comer sino de hartar, fuimos en Subway.

A las 8 volvimos nuevamente.

A simple vista se puede apreciar la calidad de persona que es Diomedes Poveda, tiene ese algo especial que lo hace sentirse cómodo con él sin siquiera conocerlo. Es bajo, gordo, con bigote mexicano y pelo oscuro, al igual que sus ojos. “22 años trabaje acá en el Metropol” nos contó, inicialmente empezó como portero y tres años después se convirtió en operador técnico, si, de esos que manejan las maquinas que reproducen películas.

Pero los más relevante que nos dijo era que los dueños también eran los famosos Ramírez, una pareja de esposo, Gustavo Rojas, quien era nada más y nada menos hijo del general Rojas Pinilla y Nelly Ramírez.

En ese punto nada encajaba, solo escuchábamos que se repetía una y otra vez el apellido Ramírez, pues resulta que la señora Nelly Ramírez era hermana de los señores Ramírez dueños del teatro Imperial, ¿cómo la ven? Esto parecía un monopolio del cine. Y además el que administraba el teatro Metropol era el cuñado del dueño Gustavo Rojas, ósea hermano de Nelly Ramírez, todo quedaba en familia.

Pero esta información no coincidía con lo que me había contado mi mamá, ya que al preguntarle por los dueños ella me había dicho otro apellido, así que volví a preguntarle y ella me dijo que antes de los Ramírez los dueños eran los Raful.

Luis Mario Raful era el ex novio de mi madre, primer dueño del teatro imperial, mi mamá dice que cuando fueron novios ella tenía aproximadamente 18 años, y ahora tiene 55, así que hagan cuentas. Esto me lo contó en secreto ya que le daba pena con mi papá, pero lo más gracioso de esto, es que el tal Luis Mario Raful viene siendo primo de una prima de mi mamá.

Con toda esta información, llegue a la conclusión que este asunto de los teatro en la ciudad de Ibagué eran como una especia de mafia, de monopolio manejado por unos cuentos, que después fueron sustituidos por empresas multinacionales, como sucede siempre en este país.

 

 

 

 

 

 

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