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CARLOS   QUIÑONES: COMPARTE SUS    RECUERDOS    MÁS PRECIADOS   SOBRE   EL   CINEMA IMPERIAL

 

Por: Paula Camila Pachón 

Así fue como  Carlos Quiñones un comerciante antiguo de la calle 12 revivió aquellos sábados en los que solía visitar uno de sus lugares favoritos y del cual solo le quedan buenos recuerdos. “El cinema Imperial”

                                                                                                           

Don Carlos Arturo Quiñones es un Tolimense de nacimiento y Técnico de óptica por profesión, él por más de 20 años ha brindado sus servicios a los ibaguereños desde su local que se ubica en la calle 12  3- 54 diagonal al antiguo cinema Imperial.  Quiñones es conocido entre sus vecinos de trabajo como un hombre amable, divertido, servicial y conocedor de lo que fue el antiguo cinema Imperial que se ubicaba en esa cuadra de la ciudad.  Don Carlos quien por varios años visito el cinema, recordó con nostalgia aquellos momentos que marcaron su vida y la de su familia.  “Yo solía ir los sábados después de cerrar el local con mi señora e hijos a los estrenos que presentaban allí”.

Este hombre quien diariamente abre su local a las 8.00am  y cierra a las 9.00pm, recuerda que el Cinema Imperial era un lugar muy agradable, pequeño y perfecto para ir en familia. Don Carlos quien por varios años en medio de sus labores pudo evidenciar todos los sucesos que se dieron alrededor de este importante lugar, resalto que los domingos era uno de esos días en los que el cinema estaba más lleno, debido a que en las horas de las mañanas no se les cobraba la entrada  a los niños, razón por la cual los padres los llevan, así mismo recuerda que con el paso de los años la competencia fue logrando que el cinema poco a poco se fuera cayendo pero que aun así él gozaba cada vez que llegaba el día sábado para ir en compañía  familia.

Este técnico de óptica,  es conocido entre sus clientes como un hombre sabio y paciente, también lo resaltan como un vendedor carismático y regionalista debió a que siempre  en medio de sus consultas  cuenta historia relacionadas con la ciudad logrando de esta forma que  aquellos que no tiene mucho conocimiento de ella se contagien de ese amor que se le siente a la hora de escucharlo hablar.  Don Carlos recuerda que  en el cinema imperial había una cafetería en que venían chitos, papas y gaseosas. Afirma que después de este lugar quedaba la taquilla y que después de comprar todo esto se podía ingresar a la sala en donde estaba la silletería y la pantalla.  Quiñones manifestaba que el valor de la entrada en ese tiempo era muy económico y que no se compara con las salas de cine de hoy en día.

 

Don Carlos Quiñonea resalta que casi todas las salas de cine de esa época tenían la misma estructura, y que estas se fueron perdiendo con la llegada de la tecnología y así fue que se empezaron acabar  todos los teatros del centro de la ciudad, ya que  “la gente compraba era las películas para verlas en los DVD, betamax y todos esos equipos de tecnología que salían”. Este personaje quien se caracteriza  por haber sido uno de los clientes más fieles del cinema, expresó que lo único que le queda de esos sábados en los que acostumbraba a ir, es la cara de satisfacción y alegría que hacían sus hijos cada vez que los llevaba a ver una película, pues ellos sabían que ese era uno de los pocos días en los que se podía disfrutar de un instante de alegría en familia. 

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