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La dama de hilo

Por: Santiago Paz

l día en que llegué a ese local el piso emitía un reflejo cegador, levanté la mirada unos instantes y vi aquel letrero con letras blancas cursivas y fondo negro, con una silueta de una mujer  de color blanco, aquel letrero anunciaba el nombre del local – Mar… diseñadora de modas-, mientras, en ese mismo momento, los autos que estaban a mi espalda pitaban y hacían escándalo por que el semáforo ya había cambiado, aunque aquí en Colombia hacen ruido desde que el semáforo esta en amarillo. Después me dirigí al interior del local, al principio vi unas tres máquinas de coser, la primera estaba al lado derecho pegada a la pared muy ceca de la entrada, pero aún más cerca de la  entrada estaba un maniquí, aquel maniquí exhibía un vestido azul oscuro con una chapa dorada que adornaba la parte abdominal del vestido, en un lapso pequeño me percate que las demás maquinas estaban una detrás de la otra, un poco separadas de la pared cada una mirando a la entrada.

 

En un instante, dirigí algunas palabras a una señora que estaba cociendo en la tercera máquina.  Pregunté por la dueña del local, pero la señora que en estos momentos aun desconozco su nombre me  respondió diciendo que ella no estaba aún, que había salido pero que pronto iba a regresar, entonces fue cuando dijo que tomara asiento. en ese momento era 2:09 de la tarde, mire el celular y destine un rato para divagar mentalmente, después de un rato se escuchó el sonido de una moto, y se escuchó una exclamación dirigida hacia mí –ya llegado, Maryuri-, la señora que con la que había hablado antes me presentó. Hable por primera vez con Maryuri y le conté la razón por la cual me encontraba en su local, después ella se presentó formalmente, - mi nombre es Maryuri Jaramillo -, pasados unos momento, nos dirigimos a una puerta que estaba en la parte posterior del local y daba paso a una pequeña sala, mientras que se escucha la trasmisión de un comercial de algún supermercado en un pequeño televisor marca “kaley”, que estaba ubicado encima de una pequeña repisa colgante al lado izquierdo del local.

 

Tomamos asiento en un sofá pegado a la pared derecha de  la puerta por la cual habíamos entrado, y nos destinamos a hablar sobre su vida, lo primero que hablamos sin contra tiempo fue de su oficio o “pasión” como lo dice ella. Maryuri lleva un poco más de 10 años en este oficio, pero para ella sigue siendo una pasión hoy en día, una que la hace hacer las mejores prendas para la línea femenina. Lo más duro por lo que paso para lograr esta “pasión” fue empezar, ya que no contaba con máquinas, recursos y además de eso, en esos momentos estaba sola para poder cumplir este sueño, pero nunca se le bajarán las ganas y el anhelo de poder hacer lo que hace hoy en día. Maryuri recuerda esos años en los que empezó con una máquina bastante peña, trabajando siempre con perfección mientras se daba a conocer, en los momentos en que ella hablaba, afuera aún se escucha el alboroto de los autos combinándose con el del televisor, a esto también se le unía el ruido de las máquinas de coser en la cual trabajaba la señora con la converse primero y una segunda que la verdad no se tomó en cuenta de a mucho. Aún seguía la conversación durante esas circunstancias, y Maryuri seguía hablando y contando como se dio a conocer de clientas, las cuales siempre siguen viniendo y pidiendo su ayuda para elaborar trabajos en sus vestidos o comprar unos nuevos. Maryuri también narra, que desde hace ya un buen rato, pasó por más de dos locales y que ahora en el cual se encuentra está bastante conforme, además de eso trabaja con dos empleadas. Gracias a sus empleadas ella puede dedicarse a cortar y sus empleadas a confeccionar.

 

Pasadas las 2:50 de la tarde Maryuri se vio interrumpida por una pequeña niña, cuesta poco tiempo en que las miradas y la atención se centran un rato en ella, la niña era rubia, ojos claros, con una voz de una típica de una película de Hollywood, era su hija. en esos momentos con un poco dificultad seguía contando su anécdota hasta que el teléfono sonó, Maryuri enseguida contesto y habló un rato con la persona y después le paso el teléfono a su hija, parecía que era el padre, pero no se llegó a saber del tema nunca, el estado civil de Maryuri era una incógnita que tal vez por miedo a cometer algo imprudente nunca salió a flote el tema, en esos instantes sólo fueron simples especulaciones, sólo pensamientos vagabundos que se complementaban con el ruido, dando un pequeño contrastes de una típica escena de cine, la cocina pigmea ubicada al fondo de la casa, ayudaba a dar vida a esa escena, donde el protagonista llega tarde en el noche a su casa, se sentaba en el sillón a mirar a la nada, solamente acompañado de una botella de wiski y del bullicio de los autos al pasar, poniéndose ebrio hasta desmallarse por el alcohol. Cuando la niña termino de hablar por el celular, se fue a un cuarto que se encontraba a unos pasos donde estaba el sofá, después de eso Maryuri se pudo concentrar otra vez en hablar y seguir narrando los hechos de su vida.

 

Quizá Maryuri vivió esa época en que las grandes industrias vinieron a Ibagué y se produjo un pequeño apogeo de las industrias textileras. Estas empresas vinieron he hicieron satélites para la producción de ropa, pero la respuesta fue un no, Maryuri afirma que es más una micro-empresaria, entonces nunca le interesó hacer parte de estos sitios de producción textil, pero confiesa que Ibagué si tiene esa imagen, de que es una ciudad donde lo textil es fundamental, con seguridad hablaba de que  Ibagué exportaba y hacia telas en algodón, por esa razón esta ciudad llego a ser una meca de calidad, fue hasta el cierre de grandes empresas que Ibagué dejo de ser vista con esos ojos.

 

Después de hacer estas afirmaciones expreso que esta ciudad es un poco menospreciada, con voz firme dice que en general el Tolima puede ser una potencia textilera en nuestro país, esto lo dijo mientras sacudía la mano para dispersar el calor que estaba haciendo en esos momentos, ese día hacía un calor infernal, tanto como para hacer sofocar a esta dama, y que se sintiera un poco incómoda. Eran ya las 3:00 de la tarde y la conversación llegaba a su fin, aun todo lo que estaba alrededor era un dolor de cabeza, el ruido de las maquinas, de los autos y del televisor, eran insoportables, y a todo ello se le agregaba el calor para variar, ya que en febrero era normal que el sol fuera implacable en esos momentos.  

 

Varios días después, se entabló otra conversación en la cual se pudo profundizar varios aspectos que en un momento dado se escaparon de la conversación pasada, uno de ellos era - ¿de dónde era Maryuri? – esta dama es Gualanday, nacida y criada en este pueblo a no más de 30 minutos de Ibagué. Cuando me respondió esto ella estaba trabajando en un vestido blanco desde hace ya unos minutos, la verdad no se podía apreciar mucho la forma de este hasta que paso un rato, ella con sus manos le estaba dando forma poco a poco ha algo que no parecía tener lógica, algo que se puede llevar cuestionar, tal vez podemos estar un rato viendo una tela y no pensar gran cosa sobre ella, pero Maryuri podía ver más allá de ese pensamiento, tal vez para nosotros un pedazo de tela nos puede dar igual, pero esa dama puede moldear esa tela y convertirla en un vestido a su antojo. Unos segundos después de terminar algunas puntadas con la máquina, siguió hablado de su procedencia, - ¡¡en Gualanday tenemos un hotel¡¡ y mi madre aún vive ahí -, agacha su cabeza unos instantes para  quitar con las tijeras los hilo que sobran para después seguirme contando de su vida. Cuando termino su último año de colegio se hacía la misma pregunta que todos nos hemos hecho en la vida, ¿qué voy a hacer con mi vida?, Maryuri en esos años no quería quedarse en el pueblo ya que quería surgir y sobre salir. Tomando una decisión de irse a vivir a Ibagué con su hermana, para poder estudiar en la universidad y así salir adelante, Maryuri en ese entonces opto por estudiar comunicación social y su hermana que fue en esos años un apoyo para ella, sigue siendo un apoyo hoy en día, opto por ingeniería civil.

 

El pasado tal vez una de las fechas más duras podríamos decir, pero esta dama la recuerda de una manera diferente, tal vez hubo un pequeño matoneo en manera de chanza  por parte algunos familiares, pero en parte, lo hacían porque no querían que ella fuera una “costurera”, pero la ganas de salir adelante con esta “pasión” fue más  fuertes que cualquier otra cosa, Maryuri hace una afirmación de que la carrera que esturdió ya hace años, le ha ayudado hoy en día, la comunicación a formado parte fundamental de día a día en su negocio. En esos momentos un ruido en particular nos hizo recordar lo encima que estaba la avenida de ese local, un bus rebufando y haciendo escandalo con una bocina estrepitosa, dejo en silencio la conversación por un momento, ella aprovechando ese instante de silencio de nuestra habla, para terminar de dar puntadas al vestido que hacía. El ruido es impresionante pero, es interesante que algo que no habla, no hace ruido no se escucha, se haga en lugares que el ruido es exorbitantes, lo único que hace ruido al hacerse una prenda es la de máquina de coser, las prendas que hace Maryuri se forjan a través del ruido incesante de la avenida Guabinal en Ibagué, pero una pregunta surge en la mente en ese momento, ¿acaso otras personas también forjan prendas con este ambiente?

 

El recuerdo de una entrevista de una compañera salto a la mente en esos instantes, haciéndome recordar que los ambientes varían, Yolanda López de Ruedo una mujer que ejerce la misma profesión de Maryuri, vive en el barrio Cantabria un barrio completamente diferente al que vive Maryuri, mientras que Maryuri está ajustada y asediada por el ruido incesante de la avenida Guabinal, Yolanda trabaja bajo un silencio no sé si describirlo como inquietante, podríamos decir que las prendas de estas dos damas son caras de una moneda, una forjada por el ruido y otra por el silencio.

 

Cuando termino la divagación mental, siguió la conversación y ella cuenta sin especificaciones cuando salió de la universidad y dice que cuando salió se puso a trabajar para poder pagar la carreara de diseño de modas, ella silencio unos instantes los cuales le dieron a la mente miles de argumentos, el más cimentado en ese momento es que esta dama estaba recordando cómo se esforzó para lograr alcanzar esto que a hora hace con tanta pasión, con tanto agrado y con tanto esmero.

 

Después de que sucedió esto, paso algo inesperado, otra vez la conversación se vio interrumpida otra vez, pero esta vez por un niño, le pondría no más de 6 años, era moreno y tenía cabello castaño, tenía una camisa roja y un jean, no sabía el por qué estaba allí en ese momento hasta que le dijo mama a Maryuri. Se acercó a Maryuri  y entablaron una pequeña conversación de dos minutos, el tiempo paso mientras rezumbaba el lugar de nuevo por los buses que se escuchaba en la avenida, acelerando y haciendo escandalo mientras que en el pequeño televisor se escuchaba un comercial de metro, eran las ya las 6:00 pm y el calor se mermo un poco, pero un bochorno dentro del local hacia que las personas que estaban dentro del local solo ponían pasar sus manos o brazos que pos su frente para quitar el sudor que destilaba sus cabezas, después de que Maryuri hablo con su hijo regreso a lo que estaba haciendo para después seguir la conversación.

 

Momentos más adelante se aclaró otra de las incógnitas que había sobre Maryuri, ¿cómo se llamaban sus hijos?, ¿cuantos años tenía?, en unos momentos las preguntas salieron a la luz, y Maryuri respondió las dos preguntas, el pequeño niño que nos interrumpió hace unos momentos se llama Miguel Ángel, él  tiene en estos momentos 5 años, y la niña rubia y juguetona se llama juanita tiene 3 años. Pero en unos instantes más y más preguntas e incógnitas bombardeaban la mente, como ya se había hablado antes, la pregunta de quién era el padre de los niños volvió a surgir, también junto con esa pregunta volvió otra que se planteó antes, ¿Maryuri era casa o divorciada?, nunca salió a la luz esta pregunta más que todo para no cometer ninguna imprudencia o hacer que Maryuri se sintiera incomoda, así que se decidió nunca preguntar sobre esto.

 

Después de que todas estas conjeturas pasaran, Maryuri al fin termina el vestido que hacía en esos momentos, lo que no parecía tener forma al principio, tomo una forma bastante detallada, todas las cosa pequeña que hacía en los momentos que los autos u otra cosas interrumpían la conversación, era parte vital de esa magnífica creación, un vestido blanco para adornado en el percho cintas y perlas de bisutería que le daban un toque bastante agradable.

 

 

La conversación siguió minutos después de que termino de despachar a la señora que esperaba por el vestido, esta vez la conversación se tornó más a cosas sin sentido, hablando solo de cosas sin trascendencia o importantes, pero lo que si era permanente era el sonido de los autos, sobre todo a esa hora, había un embotellamiento enfrente de su casa y el bullicio se duplico, instante tras instante se escuchaban las bocinas de los autos que no dejaba de sonar y uno que otro grito demandando que se movieran, a la vez el sonido el televisor se unía a esta locura, comercial tras comercial se tornaba insoportable junto con el bochorno que se daba dentro de ese lugar.

 

Eran las 6:30 y llego la hora de partir, levantándome tome un cuaderno que tenía en mis piernas y me destine a ponerlo en la maleta que tenía a mi lado derecho sobre el suelo, me despedí de aquella dama que compartió su vida la historia de su vida laboral conmigo, me despedí dándole la mano y agradeciéndole por su tiempo y su paciencia, por haberme contado como llego aquí y como empezó su sueño, un sueño que ella denomina como su pasión, un sueño por el cual trabajo y sacó adelante.

 

 

Al momento de salir vi la hilera de autos que estaban atumultuados en le avenida, camine hacia el lugar donde tenía que tomar un bus para por fin dar por terminada esta jornada, no sin antes reflexionar, como esta dama hacia sus cosa, como esta dama a pesar de trabas y problemas, monto un sueño que la tenía encantada desde hace muchos años, como forjó con esfuerzos este sueño  que al fin se hizo realidad, sabiendo que aunque pueda haber complicaciones y gente que no esperaba mucho de esto, siguió abnegada sabiendo que tarde que temprano todo esto se tejería y daría lugar a esta su pasión, tejió su sueño como una dama una dama de hilo.                          

  

Mucho tiempo después Maryuri remodeló el local y ahora es totalmente diferente a lo que hablamos antes, ya no estaba en maniquí de la entra en su lugar un perchero donde estaba exhibidos vestidos y blusas, las paredes ya no eran blancas sino que eran de un azul verdoso con roso decorado con una línea en el medio que hacia juego con la pared al fondo estaban las mimas maquinas, pero a la izquierda donde estaba el televisor y unos asientos, ahora tiene un ropero donde se exhibe más ropa bastante colorida y de buen material.

 

En esos momentos recordé lo que ella me había contado de como lucho para poder sacar adelante su negocio, y ese día pude ver plasmado esa pasión que ella afirmaba que tenía por sueño.

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